Si soy una interrogante total, no sé quién soy, de dónde vengo ni a dónde voy, por lo menos me conviene tener una identidad, tener una nación y saber que soy alguien; esas imágenes de identidad nacional las da el paisajismo, afirmó Carlos García Benítez durante la charla Cruce de miradas: la configuración de imágenes nacionales, del pincel al cine clásico mexicano, la cual se llevó a cabo en la Sala 4, Arcady Boytler.

Organizada por el Centro de Documentación de la Cineteca Nacional y la Asociación de Análisis y Teoría Cinematográfica (Sepancine), la conferencia del doctor en Historia del arte analizó las diferentes imágenes que se volvieron íconos representativos de la identidad mexicana en el siglo pasado a través de múltiples disciplinas artísticas, como el paisajismo, muralismo y, consecuentemente, la cinematografía.

“Es mejor tener un repertorio simbólico que no sentirse identificado por nada”, comentó el profesor quien se refirió al paisajismo pictórico (imitado por la cinefotografía de Gabriel Figueroa) y al muralismo de Diego Rivera, José Clemente Orozco y, principalmente, David Alfaro Siqueiros, como expresiones artísticas que tuvieron puntos de encuentro con la cinematografía en la conformación de la identidad gráfica de México.

Entre otros ejemplos igualmente destacables de metatextualidad entre la pintura y el cine mexicano, el ponente comentó el conflicto ideológico entre Diego Rivera y el llamado al nihilismo ateísta de su controversial mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central (1947) —que incluía la frase “Dios no existe”— e Ismael Rodríguez, que parodió al pintor en su cinta Ustedes los ricos (1948).

Otras representaciones que trascendieron al cine fueron las figuras arquetípicas de “la mujer que sufre” o “la mujer abnegada” interpretada, por ejemplo, por Columba Domínguez en Pueblerina (1949) y del charro que ha rebasado las fronteras mexicanas por la popularidad de Jorge Negrete y Pedro Infante y sus respectivas filmografías.

Durante la conferencia mencionó al cineasta Serguéi Eisenstein, cuya visita a México en 1930 y posterior enamoramiento con las expresiones culturales locales son considerados como un caso ejemplar de adopción simbólica intercultural. De acuerdo con García Benítez, el proyecto ¡Que viva México! ha sido una de las mejores representaciones de la identidad gráfica de lo mexicano.

El investigador de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía aseguró que este último proyecto de nación viene del impulso iconográfico de la Revolución Mexicana y, desde entonces, no ha existido otro modelo que lo reemplace, lo cual ha generado un vacío de identidad simbólica en la población mexicana de nuestros tiempos.

Las charlas de cinefilia del Centro de Documentación continuarán el martes 7 de junio con la conferencia de Rafael Villegas: Visiones de la memoria: un diálogo entre el cine y la narrativa gráfica, que tendrá lugar en la Sala 4 a las 18:00 horas. Boletos en taquilla 5.

Información: RGY

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