El entrañable amigo y colaborador del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, José María López Escamilla, mejor conocido por sus compañeros y amigos como Don Chema o Chemita, quien fue uno de los trabajadores más queridos dentro del gremio ferrocarrilero falleció este lunes 19 de agosto, en la ciudad de Monterrey, Nuevo León. 
Don Chema se asumía como “un judío errante”. Nació en Guanajuato, pero desde pequeño vivió en Monterrey y por necesidades del trabajo residió en Querétaro, Guadalajara, Tampico y Puebla, entre otros estados.
José María López Escamilla hizo una auténtica carrera dentro de la empresa Ferrocarriles Nacionales de México, en la que se inició el 17 de septiembre de 1935 como modesto ayudante auxiliar del Departamento de Almacenes de la División Puebla. Fue un hombre ejemplar cuyo mérito no sólo reside en haber ascendido dentro de la empresa desde la categoría operativa más baja hasta ocupar puestos administrativos como asesor de la Dirección General, gerente de las Regiones Noreste y Centro, asesor del gerente general en la Terminal del Valle de México, entre otros, sino en haber sido un hombre respetuoso de los otros y preocupado por el bien común.
La vida de Don Chema, como la de todo buen ferrocarrilero, fue la de ir y venir a lo largo y ancho del país. En 1949 se subió a su Prieta, como le decía a la locomotora de vapor, para tomar el mando como maquinista de camino en el Sistema del Ferrocarril Interoceánico y, en  febrero de 1960, ocupó el puesto de ayudante de superintendente (Sección Locomotoras), en la División Xalapa. Unos años más tarde, en 1971, se desempeñó como Inspector General de Maquinistas y dos años después ocupó el cargo de Ayudante de Subgerente de Operación.

Don Chema fue un asiduo promotor del sistema ferroviario mexicano y defensor de su patrimonio desde distintas trincheras, la última de ellas como presidente de la Asociación de Amigos del Museo Nacional de los Ferrocarriles Mexicanos, desde donde apoyó el trabajo de investigación, conservación y difusión de este recinto cultural, cuyos trabajadores hoy lamentamos profundamente  su sensible pérdida y nos unimos a la pena que embarga a sus hijos José Carlos, Marta Elda, Héctor Abdiel, Fernando Efraín, Rubén Pablo y David.

Descanse en paz, José María López Escamilla.

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