Uno de los templos católicos más antiguos de México, que comenzó a construirse en 1528 en las faldas del volcán Popocatépeltl, es restaurado desde hace un año con fondos económicos aportados por la sociedad civil y por el Fondo de Apoyo a Comunidades para Restauración de Monumento y Bienes Artísticos de Propiedad Federal (Foremoba), del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Foremoba).

Localizado en la comunidad de Chimalhuacán, en el municipio de Ozumba, Estado de México, el Templo de San Vicente Ferrer es considerado el primer convento de la región chalca. Fue levantado en diferentes etapas constructivas, la más antigua de las cuales inició siete años después de que Hernán Cortés derrotó a las fuerzas mexicas y tomó la ciudad de Tenochtitlan.  En ese lugar fue bautizada, en 1621, una niña que años después sería considerada una de las mentes más brillantes del siglo XVII y la vida cultural de la Nueva España: Sor Juana Inés de la Cruz.

Además del valor de su arquitectura externa, el interior del templo guarda un retablo colonial neoclásico, altares barrocos y pilas de bautizo que poseen valor histórico y artístico. Además de que en ese recinto resguarda el acta de bautizo de Sor Juana Inés de la Cruz.

Foremoba es un fondo adscrito a la Dirección General de Sitios y Monumentos del Patrimonio Cultural del Conaculta. Con este mecanismo de evaluación y financiamiento se decidió apoyar el rescate de San Vicente Ferrer en 2013 con 135 pesos, a los cuales se sumaron 270 mil pesos reunidos por la comunidad y 20 mil aportados por una asociación civil. En 2014 el proyecto fue beneficiado con otros 145 pesos de Foremoba. Esos recursos se operan por medio de la asociación civil Promotora del Desarrollo Comunitario DI-TAC AC.

“San Vicente Ferrer es un ex convento muy grande y se ha dividido el proyecto en varias etapas. En 2013 se empezó con el rescate de la fachada, tanto de la iglesia como de la portería que da acceso al claustro junto a la iglesia. También ese año se trabajó en la restauración de la torre del campanario. En 2014 se continuará el trabajo con el rescate de la fachada norte, donde hay dos contrafuertes y arcos, así como la fachada oriente, que corresponde al muro testero de la iglesia”, explicó en entrevista con Conaculta el arquitecto Jorge Segovia, quien es el responsable de los trabajos.

El trabajo de rehabilitación ha permitido identificar colores y materiales que se usaron originalmente y gracias a esa información se usaron técnicas de construcción que por mucho tiempo fueron tradicionales en la zona.

“Empezamos con las fachadas, que son las envolventes del edificio y esto también ha ayudado a que la comunidad se anime a participar más de cerca en el rescate y se obtengan más recursos para que después se siga la intervención y arreglo de las cubiertas y techos, de los interiores cada parte del proyecto integral de restauración, tanto de la iglesia como del claustro”, agregó Jorge Segovia.

La primera etapa de restauración también incluyó muchas jornadas de trabajo para retirar plantas y fauna parásita; quitar algunas obras añadidas y resanes en fisuras que se hicieron a lo largo de casi 480 años pero que no siempre fueron afortunadas. También se desazolvaron los canales para bajada de agua de lluvia, las cuales estaban tapadas y provocaron humedades que dañaron incluso el interior de la iglesia.

El conjunto conventual está compuesto por un atrio-camposanto (que conserva importantes túmulos mortuorios de distintas épocas), delimitado por una barda atrial con arcada real hacia el poniente; la iglesia conventual bajo la advocación de San Vicente Ferrer (El Ángel del Apocalipsis); el claustro conventual construido en dos niveles; y restos de otras dependencias históricas entre las que destaca un complejo hidráulico del siglo XVI. 

“La comunidad de Chimalhuacán es pequeña y no cuenta con muchos recursos, pero se ha recibido apoyo por parte de mexicanos oriundos de esa localidad y que han estado mandando dinero desde allá. El párroco Cortés se ha movido mucho, promueve rifas y actividades para ayudar a financiar el rescate y gracias a eso se ha nutrido el sentido de pertenencia que es muy importante porque ha ayudado a que se lleven a cabo las primeras intervenciones”, añadió el arquitecto Segovia.

Hacia 1554 el religioso dominico Fray Domingo de la Anunciación describió este templo en sus Crónicas de Chimalhuacán como “…una portada sumamente hermosa, estilo indígena, en donde sobresalen relieves con escudos dominicos de cruz foliada”.

Es importante resaltar que en el Convento de San Vicente Ferrer se conserva una de las pilas bautismales novohispanas más antiguas, que es precisamente en la que fue bautizada hacia 1651 Sor Juana Inés de la Cruz.

Información: ACB

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