Para mediados de 1918 y ante la necesidad de obtener nuevos préstamos para capitalizar el proyecto del Banco Único de Emisión, el subsecretario de Hacienda, Rafael Nieto, le sugirió al presidente Venustiano Carranza derogar la Ley Moratoria de Pagos, pues esa medida perjudicaba a un número importante de comerciantes, empresarios e industriales que requerían préstamos para echar andar sus proyectos económicos. Por otro lado, México necesitaba recuperar su prestigio en los mercados financieros. Aunque no se lograron acuerdos concretos, el gobierno de Carranza empezó a colaborar con el Comité Internacional de Banqueros para llegar a un acuerdo justo del pago de la deuda, situación que fue interrumpida por el derrocamiento de su gobierno en mayo de 1920.