Nada

Hay voces que no se apagan, aunque el mundo insista en el silencio. Bajo la tierra, en los márgenes del tiempo, algo se mueve: una respiración, un eco, una memoria que no cede, un camino abierto por las manos, por la insistencia, por el dolor que se transforma en canto. Un rito fragmentado donde las palabras de mujeres y hombres errantes brotan como semillas en tierra seca, donde los cuerpos buscan sin saber si encontrarán, y sin embargo no se detienen.

Las que hablan no cuentan una historia. La invocan. La arrastran. La siembran. Un espacio suspendido entre el antes y el después, donde la ausencia se vuelve presencia. Donde el silencio se convierte en testigo.