Arte, de Yazmina Reza, con Héctor Bonilla, Rafael Sánchez Navarro y Claudio Obregón, en temporada de 1997 a 1998 en el Teatro Helénico. Fotografía: Jorge Vargas

 

 

En el periodo 1995-2000, el cch favoreció el uso pleno de su infraestructura por parte de la comunidad teatral del país, integrada por los teatros Helénico, La Gruta, La Capilla y El Claustro. Por las características de los recintos, el Centro favoreció una amplia y diversa oferta de montajes de alta calidad; estimuló una programación que atendiera a los más diversos públicos, con énfasis en el teatro infantil; facilitó la producción de las obras de muchos autores jóvenes, algunos de ellos derivados de apoyos y becas del fonca; produjo puestas en escena de corte comercial fincadas en la excelencia dramática; llevó a cabo actividades culturales como festivales, encuentros, conciertos y talleres; y consolidó la cooperación tanto entre los organismos del conaculta, como de otras instituciones dedicadas al teatro.

El Centro Cultural Helénico recibió alrededor de 300 000 espectadores en las más de 4 700 funciones que tuvieron lugar. Con la finalidad de ampliar sus públicos, mantuvo una política de descuento a estudiantes y personas de la tercera edad, además de realizar funciones especiales a grupos de escolares y de organismos privados.

Teatro Helénico

Por sus dimensiones, equipamiento y arraigo entre el público, el Teatro Helénico (con capacidad para 460 espectadores), desplegó una intensa actividad que lo llevó a mantener hasta 4 obras en cartelera durante ciertos periodos. Fue destinado fundamentalmente al montaje de piezas clásicas y contemporáneas de amplia convocatoria, algunas de ellas bajo esquemas de producción comercial, lo que redituó en el manejo financiero del mismo.

En este espacio se presentaron obras con temporadas exitosas, entre ellas Entre Villa y una mujer desnuda, escrita y dirigida por Sabina Berman; ¡Ay! Carmela, de José Sanchís Sinisterra, dirigida por Otto Minera; Un tranvía llamado deseo, de Tennesse Williams, dirigida por Francisco Franco, y Arte, de Yazmina Reza, que contó con la dirección de Mario Espinosa.

La Gruta

Por su tamaño, capacidad para 100 personas, y su característica esencial de foro de "caja negra", fue idóneo para las propuestas de las jóvenes generaciones de creadores, distinguidas por la innovación tanto en términos de lenguaje como de contenido y forma, lo cual incidió en la formación de nuevos públicos. Asimismo, su versatilidad escénica permitió la programación de numerosas obras presentadas en distintos días de la semana.

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