La danza de Shanti Oyarzabal examina el sentido de la existencia
20 de octubre de 2012
***Confluencia de expresiones artísticas y de emociones exhibe la coreografía ¡Dios mío!, que se presenta este fin de semana en el Centro Nacional de las Artes del Conaculta

Seis parejas sobre el escenario interactúan constantemente en momentos definidos por sus emociones, por la búsqueda del amor, el sexo o el sentido de la vida, temas que son representados en la coreografía ¡Dios mío! de Shanti Oyarzabal, que se presenta este fin de semana en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes.
En su propuesta, Oyarzabal hace que confluyan en el escenario elementos provenientes de otras expresiones artísticas, como teatro y música. La puesta en escena se apoya en corredores de luz y sombras, cuadrados de madera que se convierten lo mismo en estrellas que iluminan la noche o en alguna suerte de contenedores que los personajes usan para expresarse, para evitar que sus emociones acaban por dominarlos.
Sin una historia lineal, la coreografía juguetea con lo que ocurre normalmente en una relación de pareja, que por momentos se convierte en una lucha por el poder en ese microcosmos, para lo cual, los actores-bailarines crean el ambiente necesario para desarrollar un lucha que ocurre en un imaginario ring.
Dos de ellos se enfrentan, mientras que el resto de los personajes, convertidos en sus entrenadores, los apoyan para que ejecuten la mejor estrategia para “ganar”, con el sexo como arma principal del enfrentamiento; ambos contendientes echan manos de sus cuerpos para tratar de dominar al otro, al tener relaciones en diferentes lugares, por momentos en una imaginaria cama, o bien en un parque, en la calle.
La pasión entonces se convierte en el enemigo a vencer, con los gritos de sus amigos como única guía en la batalla, quienes los animan a usar todo su arsenal, la seducción, el escamoteo del orgasmo, la atracción física, se convierten en “armas de destrucción masiva” que únicamente funcionan en el contexto de las relaciones de pareja… todo termina cuando ambos creen haber ganado.
Otros pasajes que contiene ¡Dios mío! son menos explícitos, aunque siguen abordando el tema de las relaciones interpersonales; el humor ahora toma el lugar central, surgen las burlas y las bromas entre las seis parejas, quienes van de una fiesta a un ficticio café en el que debaten sobre la vida, el sentido de la existencia.
Mediante danzas intensas y complicadas, acompañadas por música de concierto o un tema de los Rolling Stones, Oyarzabal acentúa el sentido experimental de su coreografía, que concluye de manera abrupta, pues al parecer su intensión es la de atrapar fragmentos de la vida en este montaje.
¡Dios mío! se presenta en el Teatro Raúl Flores Canelo del Centro Nacional de las Artes ubicado en Av. Churubusco #79, colonia Country Club. Funciones sábado y domingo a las 18:00 horas.