Llevan la podredumbre del capitalismo y las mentiras de familia a escena
Comunicado No. 1897/2009
12 de noviembre de 2009
*** El Teatro Helénico presenta la obra Todos eran mis hijos (All my sons), un clásico de Arthur Miller
*** El elenco está conformado por Diana Bracho, Fernando Luján, Silvia Navarro, Osvaldo Benavides, Miguel Pizarro, Alpha Acosta, Martín Altomaro, María Aura y Mario Loría
La podredumbre del capitalismo y las mentiras de familia son la esencia de la obra Todos eran mis hijos (All my sons), un clásico del dramaturgo y guionista estadounidense Arthur Miller (1915-2005), que inicia temporada en el Teatro Helénico de Conaculta a partir del 13 de noviembre, con un elenco conformado por Diana Bracho, Fernando Luján, Silvia Navarro, Osvaldo Benavides, Miguel Pizarro, Alpha Acosta, Martín Altomaro, María Aura y Mario Loría.
En esta obra, estrenada por primera vez en Broadway, en 1947, Miller hace una dura crítica al sueño americano a la vez que aborda el conflicto moral de un hombre entre la responsabilidad con su familia y con la sociedad, la guerra como medio para el enriquecimiento de unos cuantos, la corrupción, el amor y la muerte.
La trama retrata la vida aparentemente feliz y próspera de la familia Keller, cuyo patriarca, Joe (Fernando Luján), un exitoso hombre de negocios, ha hecho una fortuna vendiendo piezas de aviones al gobierno de Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero esta felicidad es ensombrecida por una terrible acusación: la entrega de un cargamento de piezas defectuosas que provocó la caída de 21 aviones, ocasionando la muerte de varios pilotos y otros tantos desaparecidos, entre ellos, su propio hijo Larry.
Después de tres años, Kate Keller (Diana Bracho), la madre, no deja de pensar que su hijo aún está vivo. De forma inesperada, Ann Deever (Silvia Navarro), la que era novia de Larry, visita a la familia invitada por Chris (Mario Loría), el hermano mayor, quien quiere confesarle su amor y proponerle matrimonio. Lo que nadie sabe es que con la llegada de Ann se abrirán grandes grietas que sacarán a flote un secreto que, de ser revelado, podría destruirlos a todos.
“Es un texto que sigue muy vivo porque habla de la gestación del capitalismo más brutal desde su núcleo esencial, que es la familia, entonces nos cuenta una gran historia familiar al mismo tiempo que disecciona los cimientos de un capitalismo bestial que él anuncia nos va a llevar a una fuerte crisis, y justamente en estos momentos de la historia vemos lo que ha sucedido y nos damos cuenta de la gran visión de Miller”, explica el director de la obra, Francisco Franco.
La apuesta, continúa el director, fue a respetar lo más posible un texto maravilloso, a ser muy fieles en un montaje que es muy contemporáneo, pero donde lo importante es a la fuerza de la palabra, la fuerza de las ideas del autor. “Es una obra que nos habla de podredumbre, de mentiras dentro de los núcleos familiares y sociales, mentiras que sólo nos llevan a la destrucción”, revela Franco.
La actriz Diana Bracho, quien interpreta a una madre de familia que defiende ante todo la supuesta integridad de los suyos, destaca el hecho de que su personaje incurre en errores muy graves que justifica por el amor que le tiene a su marido y a sus hijos. “Es un personaje muy interesante porque es la típica mujer norteamericana de los años 40 y 50, defensora del marido a ultranza y que justifica los medios para llegar a un fin, pero finalmente la verdad es más fuerte y termina prácticamente destruida”, dice.
La actriz también reconoce la calidad del texto de Miller y su habilidad para penetrar en los lugares más sensibles de la sociedad. “Él señala los grandes errores del capitalismo a través de contarnos la historia de un hombre que de la nada se convierte en el hombre más rico del pueblo, en ‘el triunfador’.
“Es una obra muy bien escrita, muy bien armada, no tiene desperdicio, cada frase de los personajes nos hace avanzar rápidamente y por lo tanto requiere de los actores una concentración impresionante, porque si te desconectas un segundo te vas, la obra va creciendo y creciendo y no hay descanso para los actores, es muy demandante”, indicó Diana Bracho.
Fernando Luján, quien interpreta al padre de familia, señala que aunque está inscrita en una época muy concreta de la historia norteamericana, se trata de una obra absolutamente vigente porque habla de cosas muy profundas, de cómo los seres humanos nos ocultamos la verdad todo el tiempo en aras de algo que pensamos que es mejor.
“Arthur Miller siempre va a ser un autor muy contemporáneo, porque los problemas que aborda son de las sociedades de todos los tiempos. Es una obra en la que hay que estar muy concentrado, como actor no te puedes distraer ni un segundo, hay que estar hablando con todo el mundo, ese fue el reto para nosotros”, consideró Luján.
Todos eran mis hijos es una obra que se presenta por tercera vez en México. La última vez que se montó fue hace casi 15 años. El año pasado fue reestrenada en Broadway, protagonizada por John Lithgow, Dianne West, Patrick Wilson y Katie Holmes, elenco con el que obtuvo la distinción de la obra más exitosa de la temporada 2008-2009.
En México, explicó Francisco Franco, se trabajó una propuesta de escenografía realista. “Pero dentro de ese realismo hay un lirismo que le imprimen Gloria Carrasco (escenografía) y Ángel Ancona (iluminación). Nuestro punto de partida tiene que ver con los pintores del realismo norteamericano, en ese sentido conseguimos una imagen de una gran fuerza lírica dentro de un realismo con muchas rupturas poéticas”, dijo.
La escenificación de Todos eran mis hijos es posible gracias a la colaboración del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Centro Cultural Helénico, y Ortiz de Pinedo Producciones y PopCorn Entertainment, productores de la obra.
La temporada de Todos eran mis hijos inicia el próximo 13 de noviembre. Las funciones son los viernes a las 19:00 y 21:15 horas; sábados 18:00 y 20:30 horas; y domingos 17:30 y 19:45 horas, en el Teatro Helénico de Conaculta, ubicado en Avenida Revolución 1500, San Ángel.