El México turbulento, trágico y oscuro de los días de Victoriano Huerta deviene exitosa farsa
Información: RGT
Comunicado No. 1371/2010
04 de septiembre de 2010
Comunicado No. 1371/2010
04 de septiembre de 2010
***En una afortunada y hábil puesta en escena, la obra Cayendo con Victoriano muestra el difícil episodio de la nación con este personaje en su historia, sin que por ello se deba eludir el humor
***La pieza se presenta dentro del festival Dramafest que organizan Conaculta, INBA y la UNAM, entre otras instancias
A Victoriano Huerta, la historia lo pinta como un personaje inmerso en la tragedia, el dramatismo, el dolor; por ello quizá jamás se le haya visto tan divertido como en la puesta en escena Cayendo con Victoriano.
Cuentan los libros de historia que para tener anuencia con él, en un día común y corriente, era necesario recorrer las cantinas del Centro Histórico de la Ciudad de México para encontrarlo y con suerte cruzar algunas palabras, si su estado etílico se lo permitía.
Recordado, como el protagonista de la Decena Trágica en la que perdió la vida Francisco I. Madero, junto con José María Pino Suárez, a las puertas de Palacio Nacional, en la obra Cayendo con Victoriano, estrenada en el Teatro El Granero, el presidente golpista (José Carlos Rodríguez) se da sus lujos verbales altisonantes como para permitir que Salvador Díaz Mirón (José Sefami), en el mismo tenor, le diga Vicky y éste a su vez lo nombre como Chava.
Ambos personajes transcurren entre dimes y diretes con lenguaje que sitúa al espectador en momentos dramáticos de la historia de México: complicidades, chantaje, corrupción, “diplomacia” disfrazada de amenazas.
Huerta y Díaz Mirón discuten, se reclaman, pactan, se agreden, discuten el “guardadito” (dinero obtenido de la corrupción, para cuando haga falta), hasta que en un momento de diálogo intenso, a don Salvador Díaz Mirón, sentado frente a frente, ante el escritorio de Victoriano Huerta, dispara -fuera de guión- el “botonazo” de su saco, consecuencia de su prominente estómago.
El público estalla en carcajadas al ver cómo la pequeña circunferencia recorre parte del escenario, de manera lenta y silenciosa, para esconderse al pie de las zapatillas de una señora, que no hace más que sonreír con cierto nerviosismo y complicidad.
Sorprendido, Sefami abre grande los ojos y hace señas con ellos a la mujer, Rodríguez también se sorprende pero actúa y apenas y se inmuta, para decir: “¿En qué estábamos? Magia. Improvisan genialmente, juguetean con las manos sobre el escritorio y retoman el guión de la obra.
La gente sonríe y carcajea tomándole sabor a la obra. Ambos actores se ganan al respetable. Fueron escasos 10 segundos, quizá un poco más, pero quedaron en la memoria del centenar de asistentes al estreno de la obra que inauguró el Dramafest, la gran fiesta de la dramaturgia que llegará a los principales escenarios de la capital del país para celebrar los 200 años de la Independencia de México.
Una lengua roja, acuosa e indeseable, como acabada de cortar de tajo, al estilo más crudo con que los Rolling Stones hubieran promovido su más reciente disco, es la imagen con la que se presenta Cayendo con Victoriano, el dictador que no previó consecuencias ante el acallamiento de sus detractores, como el gobierno de Estados Unidos, que jugaba en frentes ambivalentes en su política exterior.
Es Edith, con la pasividad y tranquilidad que encarna su personaje (esposa de Nelson O´Shaugnessy, encargado de negocios de Estados Unidos, país que por cuestiones “diplomáticas” no quiere que se le denomine embajador ante el gobierno de México), quien narra la historia en esta puesta en escena. Edith, de manera trágica, al final declara sobre Huerta: “lo vi caer lento, tan lento, que todavía no lo veo caer”. Es el México turbulento, trágico, oscuro, que de manera sutil ve el presente: un hombre bajito, de lentes, vestido de militar.
El encargado de negocios Nelson O´Shaugnessy (Saúl Mercado) es presentado como un hombre débil de carácter, quizá tan alcohólico como el propio Huerta, con poca iniciativa política para plantear soluciones, pero tan desesperado por salvar su integridad física (todo el tiempo se queja de las amenazas de muerte que le lanza Salvador Díaz Mirón en el periódico El Imparcial), la de su familia y quedar bien ante el gobierno de Washington.
Al encargado de negocios de Estados Unidos, Nelson, no le molesta que Huerta le llame hijo, y que se considere su segundo padre. Ni tampoco tiene empacho en admitir, con dolor y en medio de copas, a la muerte de Victoriano, en desprestigio y deshonor tras la invasión estadounidense en Veracruz, que “murió su segundo padre mexicano”.
La obra fue estrenada con optimismo y con el anuncio de que Dramafest, además de Cayendo con Victoriano, de Luis Ortiz Monasterio (México) y dirigida por Ariel Falace; también estarán en escena El Padre Pródigo, de Flavio González Mello (México) y dirigida por Martín Erazo Perales (Chile); de Ernesto Anaya, con dirección de Ignacio García (España), Las Meninas; y de México Neurastenia de Ximena Escalante, dirigida por Carlos Corona.
Dramafest es presentado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes a través de la Coordinación Nacional de Teatro del INBA y el Centro Cultural Helénico, el Museo Universitario Arte Contemporáneo de la UNAM, Fundación Cultural Bancomer, Fundación Cultural Televisa, la Embajada de España en México, el Centro Cultural de España, la Embajada de Chile en México, la Comisión Bi-100 del Distrito Federal y Teatro de Babel.
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