Malaventura, la intimidad del fracaso y la desesperanza, en el FICM

  • Cine y artes audiovisuales
Información: JRA
Comunicado No. 2295/2011
23 de octubre de 2011

***El egresado del CCC del Conaculta, Michel Lipkes, presentó su ópera prima en el marco del festival michoacano

La ópera prima de Michel Lipkes, Malaventura, que sigue la vida diaria de un hombre casi indigente en la capital del país se presentó por primera vez como parte del noveno Festival Internacional de Cine de Morelia.

     Los viejos edificios del Centro Histórico del Distrito Federal sirven como marco para que el realizado dé rienda suelta a su capacidad narrativa, marcada por imágenes contundentes y preciosistas, a pesar de la fealdad de los lugares que aparecen.

     Para el cineasta no se trata de cambiar las cosas, sino de mostrar lugares como las calles del centro desde una perspectiva distinta: Me refiero a que no aparece lo obvio, lo que vemos todos los días en la noticias.

     Y agrega: Las imágenes en lugares por los que transitan tantas personas a diario, están mostradas desde ángulos distintos, pues utilizamos cámaras digitales, así que filmamos por horas y dejamos que aparecieran personas que no estaban programadas, incluso animales, que al final le dieron un tono espontáneo.

     Pero aclara que eso no es lo fundamental de la cinta. Los conflictos internos del personaje son lo interesante, es lo que me parece valioso en todo caso en esta historia, que nos habla de desesperanza, de cómo los hombres en edad avanzada pueden ser abandonados en la calle, pero también de cómo ellos mismos se pueden dejar caer.

     La búsqueda principal de Lipkes es llenar de simbolismo e interpretaciones casi libres por parte del espectador a una historia en apariencia sencilla, sin una trama lineal, que se va descubriendo conforme avanza la película.

     Creo que hay elementos muy claros en términos formales en la manera de contar esta historia porque acabo de salir de la escuela (risas) es egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica del Conaculta, pero a fin de cuentas es algo normal, las cosas fueron entrando a cuadro, desde los ciegos hasta un gato que nos cuestiona con la mirada. 

     Es también una metáfora de la vida en la vejez, sin pistas de la trama, intuitiva en la creación de la historia, con la ambigüedad como elemento cinematográfico fundamental y la construcción de personajes de manera depurada, porque el ser humano es indescifrable.

     Malaventura es una película provocada por el descubrimiento de una cantina clandestina que existe en el centro de la Ciudad de México y que ofrece bebidas sin permiso a puerta cerrada. 

     Fue ahí donde descubrí un mundo singular de viejitos solitarios que se reúnen a diario en los rincones clandestinos de la zona; están ahí continuamente para verse y platicar. El centro de México es así, lleno de caras insospechadas, de rostros marcados, de lugares clandestinos.

     Todos los personajes de la película son verdaderos. En el proceso descubrí algo en ellos, en esa cantina y en las calles circundantes y los hice participar sin ser actores preparados. Tres semanas de mirar y tomar fotos, de sentir rostros. Los miro y me pregunto cómo ser yo cuando llegue a ser viejo, una reflexión que creo a todos nos toca.