Expone Julieta Keldjian el potencial y las ventajas del cine en formato casero
Comunicado No. 2462/2011
10 de noviembre de 2011
***La especialista presentó su conferencia magistral “Cuando el tamaño sí importa. Estrategias para el rescate de la memoria audiovisual contenida en películas de pequeños formatos”
***La charla tuvo lugar en la Cineteca Nacional del Conaculta

Estamos ante la oportunidad histórica de preservar nuestro patrimonio audiovisual amateur con la ayuda de las nuevas tecnologías, afirmó Julieta Keldjian, al presentar la mañana de este jueves 10 de noviembre en la Cineteca Nacional, la conferencia magistral “Cuando el tamaño sí importa. Estrategias para el rescate de la memoria audiovisual contenida en películas de pequeños formatos”.
La especialista uruguaya describió los diversos proyectos de preservación que ha realizado para la Universidad Católica de Uruguay, además de audiovisuales para un proyecto televisivo con base en archivos amateurs y huérfanos.
Dijo que actualmente existe una gran falta de investigación sobre el cine amateur y su impacto en la cultura, por el simple hecho que no se ciñe a las prácticas de producción profesional.
“Este cine comprende desde el documental, los registros de familia, el experimental y el científico, en realidad el cine nace amateur desde la primera vez que los hermanos Lumière colocaron una cámara para captar imágenes”.
Afirmó que actualmente la principal restauración de los trabajos realizados en formatos amateurs, se realiza no con el material fílmico en 16mm y Super 8, sino con la copia ya digitalizada.
Keldjian proyectó una breve película amateur realizada en los años 20, donde pueden verse los viajes por Europa de un joven llamado Lucho Covarrer, un personaje de la clase alta uruguaya quien muestra diversos aspectos de la ciudad de París.
“Se trata de una cinta que nos ofrece todo un contexto sobre esa época, con las modas, los bailes, las calles, los automóviles e incluso el ambiente de las playas. Esa es precisamente la importancia de rescatar esta clase de archivos fílmicos”.
Recordó que el primer formato para el cine amateur fue el 16 mm que lanzó Kodak en 1923, siendo usado como soporte de las primeras emulsiones reversibles.
“Sin embargo, este material por sus características presenta un duro reto para quienes nos dedicamos a la preservación, incluso hay un formato popular que salió mucho antes que este, el de 9.5, lanzado por la empresa francesa Pathé”.
Dijo que el audiovisual ha estado ligado a la funcionalidad técnica y económica, por ello el problema de estos formatos era que tenían fallas, como la del avance y las perforaciones intermedias que hacían que se rompieran con facilidad.
“El 9.5 era muy vulnerable a los sistemas de proyección, por lo que pronto fue reemplazado por la estabilidad del 16 mm, cuyos equipos se hicieron más livianos, siendo utilizados tanto por amateurs y profesionales, estos últimos dedicados principalmente al mercado de la televisión”.
Julieta Keldjian mencionó que el formato más exitoso para el mercado casero llegó con el Super 8, que se valió del cartucho para el más fácil uso de la película y su revelado.
“Una vez filmado el cartucho era llevado al revelado y la película era devuelta en un carrete listo para proyectar, su funcionalidad tanto técnica como económica es notable y se mantuvo por mucho tiempo, hasta la llegada del video en los años ochenta”.
La especialista se preguntó si el cine amateur en diversos formatos representa la oportunidad de renovación para el cine profesional, permitiendo la oportunidad de experimentar con imágenes y composiciones visuales.
“El cine amateur crea una representación directa de la vida cotidiana, siendo materiales invaluables para los investigadores de la cultura, incluso el cine adopta en sus principales revoluciones visuales muchos de los elementos de estas filmaciones”.
Aseguró que estos filmes constituyen un patrimonio disperso que debe ser recolectado y preservado como parte de las políticas culturales de las naciones.
“En este sentido, la mejor manera de comenzar a rescatar los archivos del cine amateur es la valoración y validación dentro de las colecciones, siendo el volumen el principal problema que conlleva su digitalización y catalogación”.
Mencionó que la recomendación al catalogar materiales en pequeños formatos es la descripción multinivel para crear una estructura jerárquica, sin tener que trabajar a un nivel tan específico en la descripción.
“Otro elemento es la clasificación. Este tipo de cine no cuenta con filmografías, no hay géneros, no hay autor, no hay guión ni reparto, lo relevante en cuanto al estudio de estos soportes es la documentación técnica, aunque muchas de las empresas que crearon los materiales ya han desaparecido”.
Dijo que los investigadores deben desarrollar herramientas específicas para leer datos técnicos y saber el procesamiento de las cintas, su origen y su formato.
“El manejo de la información comercial de las empresas que crearon los filmes resulta muy útil para la catalogación, sobre todo en cintas creadas entre la década de 1920 y 1960”.
Señaló que en el caso de los derechos de autor, el cine amateur es a menudo mezclado con imágenes contemporáneas, siendo los créditos una parte muy relativa.
“A veces en una producción moderna, quizá un documental, se utiliza material de archivo y se combina con entrevistas, sin embargo quien recibe el crédito de la fotografía es a menudo quien hizo el trabajo reciente y no el fotógrafo que realizó las imágenes originales, aún cuando su nombre esté documentado”.
Celebró que en los años recientes hayan surgido en América Latina diversas asociaciones civiles que buscan la investigación y preservación de estos materiales amateurs, poniendo el acento en la educación.
“Son materiales de gran ayuda para la docencia, pues en la era de la digitalización el tamaño sí importa, y por ello la digitalización de estos archivos representa un gran apoyo portátil para los maestros”.
Y agregó: “Para el rescate de estos materiales son vitales las formas de duplicación electrónica, aspecto para el cual existen numerosas vías que nos ofrece la tecnología para realizarlas a bajo costo, con la posibilidad de garantizar su resguardo para futuras generaciones”, concluyó Julieta Keldjian.