La voz dormida, filme que retrata las atrocidades de la guerra

  • Cine y artes audiovisuales
Comunicado No. 2458/2012
15 de noviembre de 2012

***La cinta española, dirigida por Benito Zambrano, se presenta dentro de la 54 Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional del Conaculta

***Basada en la novela homónima de Dulce Chacón, se ubica en la época del régimen militar de Franco

En los años posteriores al ascenso de Francisco Franco, el régimen militar impuso a los ciudadanos españoles una férrea disciplina que derivó en abusos, persecuciones por razones ideológicas y violencia en grado extremo; un agudo y conmovedor relato de ese momento es narrado en la película La voz dormida, dirigida por Benito Zambrano y basada en la novela homónima de Dulce Chacón.

La cinta española forma parte de la selección incluida en la edición 54 de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional, y su estreno tendrá lugar el 18 de noviembre; se trata de una propuesta en la que el escenario de la posguerra civil española sirve para crear una profunda alegoría sobre los abusos que provoca el fanatismo político y religioso.

En la película se cuenta la vida de dos hermanas, Hortensia y Pepita; la primera embarazada y recluida en una cárcel para mujeres, acusada, al igual que el resto de la internas, de conspirar contra el Estado y de ser comunista, lo cual se castiga con la pena de muerte.

Desde afuera, Josefina intenta ayudar a su hermana, quien es comunista y esta involucrada junto con su marido en el movimiento insurgente que busca restaurar la República en España, en los años 30 del siglo XX; en el camino conoce a quien será el amor de su vida, otro comunista, al tiempo de padecer severas agresiones físicas y emocionales.

De esta manera, Zambrano desarrolla un filme en el que todos los personajes involucrados defienden sus propias convicciones, literalmente hasta la muerte. El filme muestra cada uno de los mundos en que ellos se desarrollan, el de la cárcel, donde la solidaridad intenta ganarle a la intolerancia de los militares y religiosos; y el de la conveniencia social, representada por la familia para la que labora Pepita.

También está el mundo de los soldados insurgentes y su lucha contra el régimen, que es expuesta como si se trata de un juego sin sentido en el que los participantes corren por un laberinto que creen conocer. Esperan llegar a la salida con cada vuelta que dan, sin estar consientes de que son sus convicciones las que van cerrando las salidas que intentan alcanzar.

Lejos del maniqueísmo, el realizador ibérico regala un agudo y doliente retrato de este periodo de la historia española, despojado de concesiones y de falsas filias con uno y otro bando; mientras que la solidaridad se ubica como el único paliativo ante la desgracia.