El mundo real y concreto detona la poesía de Leticia Luna 11/agosto/2011 00:00 Libros, revistas y literatura Una intensa reflexión sensible sobre los problemas del mundo. Eso es la poesía social en la que se ubica el trabajo de autoras como Carmen de la Fuente, Margarita Paz Paredes, Rosario Castellanos y Thelma Nava. Y es una de las vías en la obra de Leticia Luna, cuyo libro Los días heridos y otros poemas (Wounded Days and Other Poems) fue presentado este miércoles en la sala Adamo Boari del Palacio de Bellas Artes. La obra, explicó la autora, surgió a partir de los sucesos que acaecieron en México en 2006, especialmente la muerte del joven Alexis Ollin Benumea en Atenco, quien era alumno de la Academia Mexicana de la Danza y de la Facultad de Economía: "Me conmovió muchísimo su deceso y eso detonó el poemario. Creí que esos días de violencia habían concluido, pero ahora asistimos a un momento de violencia insospechado en la sociedad mexicana y con la muerte del joven Juan Francisco Sicilia se vuelve a abrir esa herida en México". Desde su primer libro Hora lunar, Luna ya había abordado los problemas sociales como lo hizo en un poema dedicado a los niños de la calle. Mientras que El amante y la espiga, cuenta también con poesía urbana: "el afuera del poeta, el mundo real y concreto es un motivo para mi poesía".         A la presentación acudieron Lucia Rivadeneira, Isolda Dosamantes y el traductor Toshiya Kamei. Max Rojas, quien no pudo acudir, envió su texto en el que agradece a la autora por su palabra poética y su gran e inmensa lección de decoro; y apuntó lo siguiente:         "El poeta habla de sí y de su mundo pero también del ancho mundo y de las injusticias que unos cuantos bribones cometen a diario con la inmensa mayoría. Debe y tiene que hacerlo porque por algo es dueño de una sensibilidad que está bastante más allá del común de la gente. Y también porque aún sigue siendo el cantor de la tribu, el vocero de las pocas buenas noticias y de las muchas, muchísimas malas novedades que llueven sobre nuestros pueblos.         “Cada mujer y cada hombre —vino a decir en frase memorable José Martí— necesita una buena cantidad de decoro, para ser de verdad, un ser humanoâ€.         En estos tiempos sin embargo lo que más falta nos hace es el decoro, la decencia pues, para decirlo en una palabra más sencilla. Hoy se venden o se truecan conciencias al mayoreo y es difícil saber si quien está delante de nosotros es un ser de verdad o una máscara sangrante, una basura en venta a quien mejor le pague sus servicios.         Y si esto lo pasamos al campo de la creación cultural y al campo creativo no es de sorprender que lo espurio, lo falso, lo adocenado y lo incluso ya muerto predominen sobre lo auténtico, lo vivo, lo que puede abrirle un camino verdadero a la esperanza.         Cuando esa madrugada del año 2006 se produjo el artero ataque al pueblo de San Miguel Atenco por el horrendo delito de defender sus tierras y con ello sus más elementales derechos humanos, Leticia Luna, poeta del amor y por lo mismo humanista, debe haber sentido una sacudida interna que más que poner la cólera en la poesía, puso a la poesía como arma que monta en cólera y disparó la rabia que la quemaba por adentro.         Fueron Los días heridos de Leticia Luna. Así nació este libro terrible pero bello al mismo tiempo, que ahora se presenta. Días que duelen, días que a fuerza de las arbitrariedades cometidas desde el poder se están convirtiendo en muchos. Demasiados días que se suceden, uno a uno, en los que la muerte, la represión y la injusticia hacen acto de presencia. ¿Nos merecemos esto? Pugnas entre gansters que creen tener el poder real y gansters que enloquecen a plenitud sin tener siquiera el poder formal. Entre los dos fuegos está el pueblo, los indígenas, los campesinos, los condenados de la tierra, según el título de aquel espléndido libro de Frantz Fanon muy leído no hace muchos años cuando aún había esperanza. Ya no la hay o al menos la que aparece es tan escuálida que apenas puede vislumbrarse. Nos queda la palabra y sino la salvación pertinaz por la palabra. Al menos una bocanada de ese aire fresco que tanta falta nos hace, y que sólo una buena poesía como ésta de Leticia Luna puede darnos: “Cada muerte trae más muerte/ el país no es mejor país/ sino un cautiverio de mujeresâ€.         El poemario de la maestra Luna obtuvo el Premio Internacional de Poesía Moradalsur 2008 que otorga la organización Casa de Poesía. Se presenta en edición bilingüe español-inglés, cuya traducción fue realizada por Toshiya Kamei.  Leticia Luna ha realizado las antologías Mujeres poetas en el país de las nubes (2000) y en 2004, en coautoría con Maricruz Patiño, la Trilogía de las mujeres en Hispanoamérica (pícaras, místicas y rebeldes).