Federico Campbell, el escritor que puso al norte en el centro 14/febrero/2015 00:00 Libros, revistas y literatura A un año de su fallecimiento La prosa, el periodismo, la narrativa, traducción y la crítica fueron parte de los terrenos en que se movió Federico Campbell. Nacido en Tijuana, Baja California en 1941 y fallecido el 15 de febrero de 2014, Federico Campbell desarrolló una obra de ficción donde lo autobiográfico y los escenarios del norte de México, se mezclan con el mundo criminal y la vida real. La prosa, el periodismo, la traducción y la crítica fueron parte de los terrenos literarios en que se movió Federico Campbell, autor de títulos que comienzan con Infame turba de 1971, pasan por Pretexta de 1979, Tijuanenses de 1989, Transpeninsular de 2000 y La clave Morse de 2001, hasta llegar a La era de la criminalidad que dejó en la imprenta. Nacido en Tijuana, Baja California en 1941 y fallecido el 15 de febrero de 2014, Federico Campbell desarrolló una obra de ficción donde lo autobiográfico y los escenarios del norte de México, se mezclan con el mundo criminal y la vida real. Y es que el autor señalaba, en una entrevista realizada en 2008, que "en todos los escritores: narradores, poetas, es imposible prescindir del elemento autobiográfico, porque sería como prescindir de la propia identidad personal. Un escritor no es una computadora que escribe sola. La memoria del escritor es una memoria humana. Luego entonces es una memoria cargada de congojas y de emociones". El también escritor Elmer Mendoza, considerado "hijo literario" por el propio Federico Campbell, advirtió que el autor tijuanense "desarrolla la literatura autobiográfica muy bien, era como el autor más notable en ese terreno y creo que fue un hombre que contó muchísimas cosas que tienen que ver con el norte, sobre todo ese norte brillante, ese norte de espejismos que es el desierto  de Sonora, de Baja California, los alrededores de Tijuana y también la recuperación de Tijuana como un ente literario, me parece muy interesante en su obra". Justamente, Leobardo Saravia Quiroz, en la nota introductoria del Material de Lectura de Federico Campbell editado por la UNAM, señala que para el escritor "Tijuana es tierra del nunca jamás, un escenario que la memoria apresa fallidamente; creándola de continuo. Ciudad talismán, sólo posible en la alquimia de la escritura o en la fragua evocativa de quien se sabe forastero. Ciudad imantada por sentimientos encontrados, de amor y aversión". Por su parte, Javier Aranda Luna, periodista cultural especializado en literatura, comentó que la importancia de Federico Campbell radica en que "nos propuso nuevas formas para leer la frontera", ya que en sus textos presentaba paisajes muy poco conocidos del norte de México, pero además "comenzó a poner algunos elementos que tienen que ver con el mundo criminal, concretamente con el narcotráfico". En este sentido, dijo, "si uno quiere hacer una radiografía digamos de los orígenes del narco, de esa forma criminal, tendría que remitirse sobre todo a estos escritores, novelistas, cuentistas, que a partir de la observación directa, de la sensibilidad, de su capacidad crítica para atrapar atmósferas, situaciones, documentaron como muy pocos habían documentado, ese mundo que se nos vino encima". Como señala Leobardo Saravia en el texto referido, el tijuanense que "se interesa por el minimalismo y el periodismo europeo, escribe sobre la historia oculta del país: aquella que tiene que ver con las sagas del narcotráfico, los cacicazgos políticos regionales, el peso decisivo del centralismo o las distintas literaturas que emergen fuera de la metrópoli". En cuanto al primer punto, el propio Federico Campbell aclaraba que tenía un enorme interés por las relaciones entre crimen y poder, porque decía, el crimen organizado es, en el fondo, un fenómeno de relación con el poder establecido. "No hay crimen organizado que no sea una colusión entre delincuentes y policías, o entre criminales y representantes del Estado. Entonces eso es lo que me ha interesado: las relaciones de poder entre política y delito, que van juntas y no sabría medir si es peor ahora que antes. A lo mejor siempre ha sido así, desde los Médicis en Florencia. El crimen siempre ha sido algo consustancial al poder, como se ve en las tragedias históricas de Shakespeare, como en Ricardo III y en otra obra que no es histórica pero está referida al poder es Macbeth". Mientras que en cuanto al segundo punto, Campbell jugó un importante papel para abrir brecha a la literatura que se hacía en el norte de México y que aún hoy, está olvidada en el centro del país. De hecho, fue el padrino de Elmer Mendoza, quien envió a todas las editoriales su primer libro, Un asesino solitario. Por ello, el ahijado literario reconoció que Federico Campbell "ha sido una persona importante: su apego al norte, digamos, nunca rompió su cordón umbilical con la región donde creció, Tijuana y el sur de Sonora, de Huatabampo a Navojoa, era realmente asombroso, yo veía a Campbell y decía ¡dios mío! no más falta que se me aparezca con unas botas picudas, como le decimos acá a las botas vaqueras", además de que estaba bien enterado de todo lo que pasaba en el norte. En este sentido, Carmen Boullosa advirtió que "un escritor generoso, es una perla difícil de encontrar" y uno de ellos fue Federico Campbell quien, en 1977 fundó la editorial La Máquina de Escribir, la cual apoyó a muchos de los nóveles escritores de la época. La también escritora indicó que "él ‘descubrió’ y abrió la puerta a mi generación. De Juan Villoro, a Antonio del Toro, a Coral Bracho, a Fabio Morábito: fue nuestra primera casa editorial, con La Máquina de Escribir". Federico Campbell, dijo la autora, también "se posicionó como figura en Barcelona, desdibujando las líneas mexicanas que dividen provincia/capital". En tanto, Margo Glantz señaló que se trata de "un escritor fundamental de la literatura mexicana contemporánea", con una amplia trayectoria como periodista y novelista y libros como Infame turba, de entrevistas con el que sentó precedentes para dicho género y Tijuanenses, en el que "anticipa todo ese movimiento literario de la novela del narcotráfico". Mientras que en La clave Morse, agregó, el autor legó una obra autobiográfica un poco ambigua y en su último libro, La era de la criminalidad, que se formó luego de que el Fondo de Cultura Económica recopiló artículos suyos, aborda la relación entre la mafia italiana y el narcotráfico en México. Un amplio acervo Entre el acervo del autor se encuentran las novelas Pretexta, Transpeninsular y La clave Morse; una crónica siciliana, La memoria de Sciascia; un ensayo sobre La invención del poder; un libro de entrevistas literarias realizadas en Barcelona en 1970, Infame turba; un manual sobre Periodismo escrito; una especie híbrida de diario literario, Post scriptum triste; un volumen de relatos, Tijuanenses y una reflexión sobre crimen y poder, Máscara negra, entre otras. Pese a ello, el propio Campbell, en una entrevista realizada en 2011, con motivo de sus 70 años, indicaba que "me siento bastante frustrado. No llegué a ser el escritor que pensaba que sería a los 60 años. Imaginaba que iba a ser como Mario Vargas Llosa, del que admiro su disciplina y su capacidad de trabajo. Yo he sido perezoso". Su último libro es Padre y memoria de 2009, donde aflora el sentido crítico del autor. Elmer Mendoza destacó que "es un libro de crítica sobre la relación de muchos autores con sus padres y cómo los padres pueden marcar lo que es la vida creativa de muchas personas, me parece un libro asombroso, aparte de Post scriptum triste donde también analiza mucho de estas cosas y penetra en las obras de estos autores". El escritor sinaloense consideró que este aspecto, la crítica ejercida por Federico Campbell, debe ser destacada, porque por ejemplo, "su libro de Máscara Negra, donde viene todo un estudio de la literatura de violencia, de la literatura policiaca, también es algo que tenemos que seguir viendo, al menos yo lo consulto bastante". Pero además, Federico Campbell ejerció el periodismo pero, advirtió Elmer Mendoza, es "un periodismo distinto, de penetración, de ideas, un periodismo que no daba margen a equivocarse, no era una interpretación sobre asuntos triviales de nuestro país, e incluía una interpretación de lo que es ser mexicano y las debilidades de los mexicanos, sobre todo las que tienen que ver con la generación de violencia". A la par del periodismo, Campbell se dedicó a hacer traducciones de importantes autores como William Shakespeare, Harold Pinter, David Mamet y Leonardo Sciascia, las cuales, según Aranda Luna, forman parte del mismo ejercicio profesional de Federico. "Hizo prosa de ficción con muchos elementos de la vida real y también hizo digamos textos donde la ficción está a cargo del lector, el lector construye la propuesta que nos está haciendo, van de la mano, porque los escritores traducen las cosas que a ellos les gustaría que se encontraran entre nosotros o que han encontrado, para ver formas de contar historias y eso lo hizo Federico muy notoriamente con la literatura italiana y particularmente con un autor que se dedica a la novela negra, a la novela del crimen, que es Sciascia". Elmer Mendoza recordó al maestro, que gustaba de las tortillas de harina y la machaca. "Era un tierno, practicaba un humor muy especial y aparte era un hombre que era un conversador absoluto, cuando él empezaba  hablar, era muy difícil interrumpirlo porque lo que decía era muy interesante y también porque tenía una hilatura literaria en su conversación, saltaba con mucha precisión de un tema a otro y uno se podía estar horas con él". Para acercarse al universo literario de Federico Campbell, el escritor sinaloense recomendó La clave morse, que "me gusta muchísimo, Tijuanenses que es como esa esencia, lo primigenio de todos los textos que tiene que ver con pandillas y los aspectos de la niñez, los brothers, son textos que siento como si yo hubiera sido el personaje, me gusta muchísimo". Pero también está, dijo, Transpeninsular cuyo protagonista "yo siempre he pensado que es Federico, aunque se lo pregunté y me dio una respuesta muy rara: que Transpeninsular era como un libro que le había venido de sus charlas con Rulfo, sobre todo por el personaje, por Fernando Jordán y que era un personaje que Rulfo también lo tenía en su cabeza". Sin embargo, Federico Campbell ha señalado que Transpeninsular es su libro menos autobiográfico aunque reconoce que en él "traduzco mucho mi indecisión entre el periodismo y la literatura. El personaje es un periodista, un escritor de viajes que se debate entre la imaginación de la literatura y la información del periodismo".  Cuando Campbell escribía esa novela, contó Elmer Mendoza, se encontraron en La Paz "y hablamos de las posibilidades temáticas de la Península (de Baja California), porque los dos vivíamos asombrados por la soledad que hay en la península, digamos un personaje en la Península es la lejanía, que todo está lejos y todo está solo. Él me contaba que quería trabajar al piloto y a Jordán dentro de este contexto de soledad y de lejanía, cuando leí la novela vi que lo había conseguido". Por su parte, Javier Aranda hizo sus propias recomendaciones para "empezar y entender el diálogo que fue construyendo Federico, con uno de sus primeros libros, Pretexta. Tijuanenses me parece estupendo y el libro que hizo sobre Sciascia" donde no sólo nos revela a un gran escritor italiano, el entramado de sus historias y la realidad con las mafias, sino también la propuesta del propio Campbell en materia literaria. Federico Campbell realizó estudios de Derecho y Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y de periodismo en Macallester Collage. En 1969 fungió como corresponsal de Notimex en Washington, en 1977 fundó la editorial La Máquina de Escribir y a partir de ese año y hasta 1988 se desempeñó como reportero en la revista Proceso. En 1990 fue becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca); en 1995, de la Fundación Guggenheim, y en 1999, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Al año siguiente, obtuvo el Premio de Narrativa Colima por su novela Transpeninsular. Sus escritos periodísticos aparecían cada semana en diversos medios en una columna semanal titulada La hora del lobo. A un año de su fallecimiento, el Instituto Nacional de Bellas Artes recordará a Federico Campbell con un acto el próximo domingo 15 de febrero a las 12:00 horas en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Margo Glantz, Juan Villoro y Ranulfo Romo, con la moderación de Vicente Alfonso, junto con colegas y amigos cercanos al escritor tijuanense, participarán en una charla donde recordarán su vida y obra.