Publican el segundo volumen de Encore: cuentos inspirados en el rock mexicano 25/mayo/2015 00:00 Libros, revistas y literatura Música El título confirma que ?la música es la enigmática voz del universo? También la música es un patronímico. Un ritmo mimado, una enigmática adopción que nos da mucha más identidad que un apellido. He ahí el encanto que reviste narrarla. Doblegándose ante la seducción, Pedro Escobar convoca nuevamente a escritores y periodistas a hacer literatura a partir de un tema: el rock.  Encore: cuentos inspirados en el rock mexicano, es la segunda entrega de un proyecto que en 2014 se editó gracias a la Beca Edmundo Valadés para la Edición de Revistas Independientes, otorgada por el Fonca-Conaculta. Todos llevamos en el alma una canción, una tonada. En cada alma resuena una íntima y profunda melodía que es como un río subterráneo por el que navegan, momentos que dan sentido a la vida, o en los que encontramos la ruta. La circularidad del movimiento, que nos devuelve una y otra vez a orillas imaginarias en las que nos sentimos de regreso y a salvo. Friedrich Schelling afirmó que el hombre es nostálgico porque circulan por nosotros, en nuestro pensamiento, los restos del sonido primero del universo, ondas cósmicas, huellas del Big Bang. Probablemente por eso, este volumen de 19 cuentos, tenga como ruido de fondo, un tinte nostálgico mezclado con el estruendo energético del rock. Sobre esos ecos infinitos es que escribe Juan Carlos Hidalgo en su cuento, Hay otros mundos, en el que el protagonista recibe un legado: “Mijo, ya es hora, quiero que sepa que hay otros mundos, en su momento los dioses vendrán y te lo diránâ€. Como miembro de una estirpe de escuchadores debe continuar la tradición, la pregunta es ¿qué se supone que debe escuchar? Existe en el mundo un habla original: el verdadero lenguaje, que comparte destino con el rock, el de lo extraño, lo ajeno. Hay otras voces, hay otros sonidos, hay un decir que sobrevive, pero hay que buscarlo. “La mona pica interrumpiendo la SI-NAP-SIS, las tres sílabas están metidas en burbujas rebotando de cabeza en cabeza hasta pincharse sobre los picos amarillos y anaranjados de los punksâ€, narra el personaje principal del cuento Corremos, escrito por Carlos A. Ramírez. Zoom in literario y vigoroso que describe un concierto de Los Monjo, todas las acciones se desprenden a ese ritmo, cuando lo sensorial se pone al límite, cuando el cuerpo ensaya a ser una bomba en colisión con otros cuerpos. Entre sudor, thinner, estoperoles y el brote del amor en clave punk. Hay que precipitarse, ocurrir urgentemente, correr. También la música es un patronímico. Un ritmo mimado, una enigmática adopción que nos da mucha más identidad que un apellido. He ahí el encanto que reviste narrarla. Doblegándose ante la seducción, Pedro Escobar convoca nuevamente a escritores y periodistas a hacer literatura a partir de un tema: el rock.  Encore: cuentos inspirados en el rock mexicano, es la segunda entrega de un proyecto que en 2014 se editó gracias a la Beca Edmundo Valadés para la Edición de Revistas Independientes, otorgada por el Fonca-Conaculta. Todos llevamos en el alma una canción, una tonada. En cada alma resuena una íntima y profunda melodía que es como un río subterráneo por el que navegan, momentos que dan sentido a la vida, o en los que encontramos la ruta. La circularidad del movimiento, que nos devuelve una y otra vez a orillas imaginarias en las que nos sentimos de regreso y a salvo. Friedrich Schelling afirmó que el hombre es nostálgico porque circulan por nosotros, en nuestro pensamiento, los restos del sonido primero del universo, ondas cósmicas, huellas del Big Bang. Probablemente por eso, este volumen de 19 cuentos, tenga como ruido de fondo, un tinte nostálgico mezclado con el estruendo energético del rock. Sobre esos ecos infinitos es que escribe Juan Carlos Hidalgo en su cuento, Hay otros mundos, en el que el protagonista recibe un legado: "Mijo, ya es hora, quiero que sepa que hay otros mundos, en su momento los dioses vendrán y te lo dirán". Como miembro de una estirpe de escuchadores debe continuar la tradición, la pregunta es ¿qué se supone que debe escuchar? Existe en el mundo un habla original: el verdadero lenguaje, que comparte destino con el rock, el de lo extraño, lo ajeno. Hay otras voces, hay otros sonidos, hay un decir que sobrevive, pero hay que buscarlo. "La mona pica interrumpiendo la SI-NAP-SIS, las tres sílabas están metidas en burbujas rebotando de cabeza en cabeza hasta pincharse sobre los picos amarillos y anaranjados de los punks", narra el personaje principal del cuento Corremos, escrito por Carlos A. Ramírez. Zoom in literario y vigoroso que describe un concierto de Los Monjo, todas las acciones se desprenden a ese ritmo, cuando lo sensorial se pone al límite, cuando el cuerpo ensaya a ser una bomba en colisión con otros cuerpos. Entre sudor, thinner, estoperoles y el brote del amor en clave punk. Hay que precipitarse, ocurrir urgentemente, correr. Aunque sea durante tres minutos, la música a veces es como las aguas del diluvio, todo lo limpia, lo restituye y reordena el mundo. "Todo mundo cree que cuando vas a la prepa estás en la cima del mundo. No tienen idea del miedo que sientes cuando llegas a tercer año y debes decidir qué carrera vas a estudiar", esa es la escandalosa disonancia en que palpita el protagonista del cuento titulado Miedo, de Pedro Escobar. Subir el volumen, ponerse unos audífonos y soñar, es una cura en tres movimientos, pero si sigues a "los de negro" el alivio puede llegar a través de una voz que vuelva terciopelo la exasperación. Un script sicalíptico, groovie-boogie-surf, es el cuento Triple Equis, de Rogelio Garza. La fortuna aparece en forma de un ticket to rock. La promesa entrega más: reventón en un yate, arena y bikinis; el bronceador del combo: escuchar en vivo a Los Esquizitos. Pero el rock no sería tal sin misterios y enigmas, tampoco sin las sensaciones en éxtasis. La noche previa un buzo emerge de la negrura del mar, llega con la leyenda de un alga que le permite a quien se la fuma, respirar bajo el agua…El surf se descoloca, la forma se transforma en imagen superlativa y aquí sí, sálvese quien pueda. Sexo sucio, relato de Juan Alberto Vázquez, va, tal como lo afirma su protagonista: "de las greñas a la fogata de la bohemia". Nasty sex, de La Revolución de Emiliano Zapata, es el alter ego que va recordándole a lo largo de la narración, que el destino alcanzó a quien hace 20 años fuera "mago del amor fugaz". Una taquería es el primer espacio de la conquista, Adela, la conquistada, es una rubia con cuerpo de Lola La Trailera, con ropa holgada, que se gana la vida pintándole el pelo y haciéndole manicure a Niurka, y a quien todavía le emociona el rugido del motor del Mustang 65. Parece que esa noche y su canción sólo le han servido para afirmar que todo igual que él, está ajado. Que a lo único que puede aspirar es a un hilarante Nasty sex que ya no tendría sentido. Y el estruendo va apagándose, y cómo enfrentaremos el silencio, nuestro callar, ese es el introspectivo acorde que delinea Franz De Paula, en El Principio de la Eternidad. "El aire que ahora respiro, esta misma lluvia, seguirán siendo igualmente hermosos cuando yo ya no esté. Seguirán sonando las mismas melodías…", la belleza seguirá mutando de bello en bello siempre. Y en el fondo de sí mismo, suena Silencio, de Ely Guerra… Encore: cuentos inspirados en el rock mexicano reafirma que la música es la enigmática voz del universo. Somos disonancias, destiempos que anhelan sincronía. Intervalos con añoranza de linealidad y cronología exacta. Pero también que el rock, hace correr la sangre, es un filtro vital con lenguaje y formas propias. Que sigue siendo seducción, atracción y el desenfreno del palpitar. Encore: cuentos inspirados en el rock., Pedro Escobar (comp.) Resonancia Magazine. 103 pp.   https://www.kichink.com/stores/resonanciamag