El periodista Francisco Zarco contribuyó a lucha por la libertad de expresión y las garantías individuales
Comunicado No. 1974/2010
04 de diciembre de 2010
***Conaculta rinde homenaje al defensor de la gratuidad en la educación y la salud

El político, periodista, historiador y miembro del Congreso Constituyente de 1857 Francisco Zarco (Durango, Durango, 1829-1869) fue un incansable defensor de la libertad de expresión, a la que consideraba “la más preciosa de las garantías del ciudadano” y luchó contra todos los intentos de imponer taxativas a los derechos individuales, como la gratuidad de la impartición de justicia.
Este 4 de diciembre se cumplen 181 años del nacimiento de Francisco Zarco y Conaculta rinde un reconocimiento a este insigne mexicano.
Fue hijo de Joaquín Zarco, que combatió en el Ejército de Morelos. Tomó clases en el Colegio de Minas, pero su formación fue autodidacta; estudió idiomas, historia, derecho y otras ciencias sociales. Se casó Luisa Elorriaga, hija del entonces gobernador de Durango, con quien tuvo tres hijos.
A Francisco Zarco le tocó vivir la Guerra de Reforma, las invasiones a México y la caída del Imperio. Viajó a la Ciudad de México y comenzó a escribir artículos de temas políticos y tono combativo en el periódico El Siglo XIX, del que llegó a ser redactor en jefe; escribió también en El Demócrata, el Monitor Republicano, La Ilustración Mexicana, El Presente Amistoso y fundó un periódico propio, Las Cosquillas.
“Nadie puede negar la analogía que la política tiene con la literatura, porque es palpable la relación que tiene el bienestar de los pueblos con su ilustración”, escribió el autor de la Historia del Congreso Extraordinario Constituyente (1856-1857) (1857), quien fue defensor de la educación gratuita.
“Francisco Zarco, uno de los padres fundadores, si bien de la prensa escrita, también del periodismo republicano transitando por entre el liberalismo político y la democracia constitucional. Y es que fue un hombre de una amplia capacidad para dedicarse a la crítica literaria y su difusión; y, con su prosa clarísima por un manejo impecable del idioma español, dedicado en cuerpo y alma al periodismo propositivo, polémico, educativo y de discusión de los problemas y soluciones”, lo describe el periodista Álvaro Cepeda Neri en un artículo que da cuenta de la edición de las Obras Completas (Centro de Investigación Científica Jorge L. Tamayo) de Zarco, en 20 volúmenes. Obra monumental realizada por Boris Rosen.
Sobre la relación estrecha relación de Benito Juárez con Zarco, Cepeda Neri apunta lo siguiente: “Fue, sin duda alguna, el más cercano compañero del restaurador de la República , creador de instituciones, defensor del Estado laico y otras contribuciones. No se ha profundizado en esa relación, pero Zarco y Juárez fueron vasos comunicantes para compenetrarse de su mutuo patriotismo, su liberalismo y su republicanismo-democrático. Es una asignatura pendiente explorar lo que significó Zarco para Juárez y éste para Zarco. Ambos se complementarán”.
En sus escasos 40 años de vida, Zarco desplegó una intensa actividad que lo llevó a ocupar algunos cargos público y también políticos (diputado), pero nunca dejó de ejercer el periodismo crítico, por el cual muchas veces pisó la cárcel.
En 1844 entró a trabajar como meritorio en el Ministerio de Relaciones Exteriores. Cuando el gobierno mexicano debió marchar a Querétaro (octubre de 1847), tras la invasión estadounidense, Luis de la Rosa, ministro universal, lo nombró oficial mayor de las cuatro secretarías que componían el gabinete de Manuel de la Peña y Peña. El presidente Pedro María Anaya lo designó oficial mayor interino de la Secretaría de Relaciones Exteriores (noviembre de 1847 a junio de 1848).
En 1849 colaboró en El Álbum Mexicano y en 1850 redactó y publicó El Demócrata, del que aparecieron 103 números, hasta que fue encarcelado por sus críticas a Mariano Arista. En 1851 presidió el Liceo Hidalgo, publicó La Ilustración Mexicana, redactó El Presente Amistoso Dedicado a las Señoritas Mexicanas y fue elegido diputado suplente por Yucatán.
El primero de enero de 1852 empezó a escribir en El Siglo XIX bajo el pseudónimo de Fortún. Entre mayo y junio fue uno de los redactores del periódico Las Cosquillas y Arista, ya presidente, pretendió enjuiciarlo pese a su fuero de diputado, lo que obligó a Zarco a ocultarse hasta diciembre, cuando el Congreso emitió un segundo dictamen absolutorio.
El 30 de abril de 1853 se convirtió en editor responsable de El Siglo XIX, cargo que ocuparía hasta su muerte. “Durante la dictadura del último periodo santanista se le impusieron varias multas, fue obligado a no publicar editoriales y para preservar la vida del periódico lo limitó a la mera reproducción de partes del gobierno y noticias generales. A la caída de Antonio López de Santa Anna insertó en el diario el Plan de Ayutla, cuando la guarnición capitalina todavía no decidía apoyar la revolución encabezada por Juan Álvarez. Se opuso a que se tomaran represalias contra los órganos conservadores y defendió su derecho a la libre expresión”, documenta el Gran Diccionario Enciclopédico de México Visual, de Humberto Musacchio.
Como diputado por su estado natal, Zarco participó en el Congreso Constituyente en 1856, donde desplegó sus dotes de orador, ocupando 150 veces la tribuna. Además hizo la crónica del mismo. “Abogó por la tolerancia en materia de cultos, se opuso a la supresión del Senado, pugnó por el federalismo y, por el voto unánime de sus colegas, redactó y leyó el Manifiesto a la Nación que precedió a la nueva Constitución”, consigna Musacchio.
Después del golpe de Estado de Comonfort, Zarco realizó tareas clandestinas y apoyo al gobierno de Benito Juárez, hasta que el 13 de mayo de 1860 fue aprehendido y torturado. Durante siete meses de encarcelamiento estuvo reducido a una pequeña celda donde contrajo la tuberculosis. Una vez liberado, formó parte de gabinete de Juárez, en los pocos meses en que tuvo la cartera Gobernación instituyó como día de fiesta el 5 de febrero, día de la Constitución; expidió la Ley de Secularización de Hospitales y Establecimientos de Beneficencia y la disposición que impedía al Estado intervenir en la administración de sacramentos; levantó el Estado de sitio y expidió una nueva ley de imprenta.
Durante la invasión se exiló en Nueva York, Estados Unidos, desde donde continuó su defensa de la causa mexicana en The Herald y colaboró también en El Mercurio, de Valparaíso, Chile; la Reforma Pacífica, de Montevideo; El Comercio y El Nacional, de Lima; La Nación Argentina, La Tribuna y El Pueblo , de Buenos Aires; El Porvenir, de Caracas; y los periódicos mexicanos El Noticioso y El Criterio, de Veracruz, Idea Liberal, de Puebla, y El Ferro-Carril, de Orizaba.
En noviembre de 1867 volvió a la ciudad de México, fue nuevamente diputado y reasumió la dirección de El Siglo XIX. Todavía presidió el Congreso en noviembre. Murió el 22 de diciembre de 1869 y ese mismo día la Cámara de Diputados acordó que se inscribiera su nombre en el salón de sesiones. A Zarco lo sorprendió la muerte en su casa, que también era la redacción de El Siglo XIX, ubicada en la calle de Rebeldes Número 2, esquina con López, de la ciudad de México. Sus restos reposan en Panteón de San Fernando, donde también descansan los restos de don Benito Juárez. Póstumamente, en 1894, se dieron a conocer sus Episodios Mexicanos 1862-1867.