El libro Ciudad de concreto está dedicado a los trabajadores de la construcción: Ana Lorena Ochoa

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Información: JLB
Comunicado No. 2007/2010
08 de diciembre de 2010

***Las fotografías que integran el volumen se tomaron durante la obra del segundo piso del Periférico

Los personajes del libro Ciudad de concreto son los mexicanos más notables que yo he visto; además, la participación de su autora, Ana Lorena,  fue meterse a fondo, subirse como araña al segundo piso, que se dice fácil, y hacerse amiga y conquistar la confianza de gente tan extraordinaria, expresó la escritora Elena Poniatowska, durante la presentación del libro de la fotógrafa Ana Lorena Ochoa: Ciudad de concreto.

       El libro de fotografías de Ana Lorena Ochoa surgió mientras se filmaba el documental de Juan Carlos Rulfo, En el hoyo, pues ella tenía la encomienda de hacer las fotos fijas para la película y, de manera paralela, fue recogiendo imágenes de la construcción y también haciendo retratos de los trabajadores de la obra: albañiles, fierreros, paileros, coladores, etcétera.

       Ciudad de concreto es el segundo libro de Ochoa, cuenta con 96 imágenes y 134 páginas, encuadernado y empastado en edición de lujo. Su primer libro de fotos fue Zafra (2000).

       En la presentación, Juan Carlos Rulfo dijo “yo soy el principal admirador de la obra de Ana Lorena", y recordó que fue una labor de equipo hacer la película, pues fueron dos años de trabajo muy intenso. Añadió que la sonrisa de Ana Lorena “iba abriendo brecha, pues ayuda muchísimo para que la gente se abra. Al estar frente a los trabajadores nos damos cuenta que no los conocemos”.

       En entrevista con el Conaculta, Ana Lorena Ochoa recordó como fue construyendo su propio proyecto gráfico, a la par que se desarrollaba la construcción del segundo piso del Periférico: “Este libro es un homenaje a los albañiles, a los que construyen este país, son la fuerza bruta que construye nuestro entorno. El protagonista es el trabajador”.

       Las imágenes de Ciudad de concreto, abundó, surgieron de la convivencia del equipo de filmación con una cuadrilla de 40 trabajadores, este grupo se convirtió en mi familia y fue un  proyecto que se fue haciendo día a día. Cada trabajador tomaba su tiempo para abrirse y tener confianza. Lo último de este proceso era hacer el retrato del trabajador, que son las únicas fotos verticales en el libro.

       –Estos trabajadores, a pesar de que conviven con nosotros, son como invisibles, ¿qué tan difícil es lograr su confianza?

       –Así es, creo que cuando uno pone atención en la cotidianeidad, en lo ordinario, se puede encontrar lo extraordinario. Eso fue lo que pasó con este trabajo, era poner atención, darles su lugar, escucharlos y respetar absolutamente su trabajo.

       “Como yo estaba allí un día sí y otro también, finalmente me convertí en algo más del segundo piso, era como un albañil más. Yo me trepaba, al igual que ellos, a los andamios. Se me respetó, después de que me trepé”, recordó.

       –Utilizas la panorámica en blanco y negro, ¿por qué?

       –Me encanta este formato, me costó mucho trabajo al principio porque es muy difícil de hacer buenas tomas. Se trata de componer en 180 grados. Sentía que la obra era monumental, así que el formato apaisado abarca más, pero es más complicado componer porque tienen muchísimos elementos.

       –Este tipo de trabajo, no genera interés para el fotógrafo, ¿qué viste en el segundo piso?

       –Vi al humano, al hombre que construye cosas increíbles que no va a usar nunca. Justamente, los albañiles no son los que usan el segundo piso, no son los que rentan una oficina en la Torre Mayor, ni los que viven en los Penthouse. Fue el poder tener un acercamiento con ellos. Por eso en el libro aparece una lista con sus nombres.

       –¿El segundo piso trajo un alivio para la ciudad?

       –Yo creo que sí, mientras se construía fue un horror para toda la gente que pasaba todos los días por allí, mientras que para mí era una delicia. Pero cuando veo el embotellamiento en los dos pisos del Periférico pienso: ¿dónde estaríamos sin el segundo piso, cómo le hacíamos antes? Finalmente, aligeró un tramito, porque la ciudad es inmensa y sus problemas también.

       –¿Piensas que hace falta documentar más las transformaciones de la ciudad?

       –Pienso que es fundamental, porque es la memoria histórica. Y Ciudad de concreto es una memoria de cómo un pedacito de la ciudad se transformó completamente. Las imágenes son importantes para documentar la historia de la urbe.