No existe la novela perfecta porque no hay una sociedad perfecta: Dolores Castro
Comunicado No. 630/2011
04 de abril de 2011
***La poeta, narradora, ensayista y crítica literaria charló con los lectores en el ciclo Guías Literarias en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia de INBA-Conaculta
No creo en la inspiración pero sí en la intuición porque alguien dijo que la intuición no se podía definir pero sí puede inventar, y eso no es inspiración, es intuición. Intuición tanto por lo que se va a descubrir como algo completamente tuyo y diferente, como también intuición para las palabras que se necesitan en el poema. ¿Por qué hay poetas que escriben tan bien? Porque si no se emocionan al escribir tampoco va a emocionar el poema; porque encontraron las palabras necesarias, esas palabras necesarias se pueden obtener con un vocabulario rico, reveló la poeta Dolores Castro durante su charla dentro del ciclo Guías Literarias en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA-Conaculta).
Dolores Castro nació en la Ciudad de Aguascalientes en 1923 y se crió en Zacatecas; es poeta, narradora, ensayista y crítica literaria, cursó las carreras de leyes y literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México, y posgrado en estilística e historia del arte en la Universidad Complutense de Madrid. Empezó a publicar muy joven en el grupo Mascarones, entre quienes se encontraba el poeta chiapaneco Jaime Sabines; estableció una sólida amistad con la poeta Enriqueta Ochoa.
Primero fue el interés que tenía mi padre -dijo al referirse a su vocación por las letras. En casa había una biblioteca como de tres generaciones. Yo veía cómo mi papá tenía sus libros. Por eso empecé a pensar en los libros. Ahora, por qué empecé a pensar en escribir: porque me gustaba dibujar pero sentía como que ahí no había dicho todo lo que tenía que decir, empecé a escribir poquito. La palabra hablada es maravillosa. Tuve una necesidad de escribir en una forma muy clara, relató la poeta.
“Escribir es expresarse y que esa expresión no es sólo para decir ‘ya dije lo que traía adentro, ya descansé’; no, es algo mucho más importante. Cuando crecí y encontré mi camino, para mí escribir era una forma se ser, en primer lugar, porque uno puede estar pero para ser necesitas conocerte. Ahora escribo para no morir, aunque la muerte sea inmortal. Escribo porque ya me acostumbre no sólo a expresarme sino a sacar algo que uno esconde.
Mi problema primero es encontrar la ilación aunque sea, no sé, intuitiva. Muchas veces es una imagen la que va arrastrando todas las otras imágenes hasta llegar al fin. Mi experiencia es que todavía antes de abrir los ojos me llega una imagen y luego esa imagen va concatenando las demás, entonces lo que me hace falta al corregir es explicar.
Durante la conversación, Alejandro Sandoval Ávila le hacia a Dolores Castro las preguntas que ella contestaba, y en este punto le señaló que el Premio Nobel de Literatura, el colombiano Gabriel García Márquez reconoce que la gramática y la sintaxis se dificultan.
A lo que la poeta apunto: “Casi todo, no sólo la sintaxis. La retórica va en sentido contrario a la gramática. Lo que pasa con Gabriel García Márquez es que tiene imaginación, intuición, pero sintaxis no”.
¿Qué tan difícil ha sido entenderte con la gramática y la sintaxis?
-Con la retórica no me cuesta trabajo, con la gramática sí, con la sintaxis también.
¿Cuáles de los autores contemporáneos que usted recomendaría leer?
-Concha Urquiza, Rosario Castellanos, Enriqueta Ochoa, Emma Godoy…
¿Qué sintió al ver publicado su trabajo reunido en la edición que hizo el Fondo de Cultura Económica?
-Sentí una gran emoción. Fue muy bonito. Esos son mis triunfos.
¿Qué libros que cambiaron su vida?
-Los hermanos Karamazov, El Quijote, El príncipe idiota de Dostoievski.
¿Existe la novela perfecta?
-No porque tendría que haber una sociedad perfecta. Una novela es una expresión de una sociedad o de un grupo determinado en la sociedad.
Dolores castro ha publicado los libros de poesía El corazón transfigurado (1949); Dos nocturnos (1952); Siete poemas (1952); La tierra está sonando (1959); Cantares de vela (1960); Soles (1977); Qué es lo vivido (1980); Las palabras (1990); Poemas inéditos (1990); No es el amor el vuelo (1995); Tornasol (1997); Sonar en el silencio (2000); Oleajes (2003); Íntimos huéspedes (2004); la novela La ciudad y el viento (1962); el libro de ensayo Dimensión de la lengua en su función creativa, emotiva y esencial (1989); su obra se encuentra reunida en Obras completas (1991) y Antología poética en francés (2003).