Carlos Prieto dedica a Dmitri Shostakovich su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua
Comunicado No. 163/2012
27 de enero de 2012
***El músico recibió de Jaime Labastida, director de la institución, el diploma que lo acredita para ocupar la silla XXI
***La ceremonia tuvo lugar en el Palacio de Bellas Artes del INBA/Conaculta
En solemne ceremonia realizada la noche del jueves 26 de enero, en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, el músico Carlos Prieto recibió de Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, el diploma que lo acredita para ocupar la silla XXII que perteneciera a Eulalio Ferrer en esta institución.
“Ingresar a la academia es un honor con el que nunca soñé, he revisado las listas desde su fundación en 1875, con más de tres centenares de académicos, escritores, lingüistas, filósofos, ensayistas, poetas, novelistas, dramaturgos, historiadores y científicos, todo salvo músicos, por eso me asaltaron las dudas ¿se han dado cuenta los miembros de la academia de mi profesión?”.
Así lo expresó Carlos Prieto, invocando el buen humor de todos los presentes en el recinto poco antes de dar lectura a su discurso de ingreso, dedicado al compositor ruso Dmitri Shostakovich.
Afirmó que Dmitri Shostakovich fue uno de los grandes creadores de la música universal de todos los tiempos, teniendo 11 años cuando Lenin llegó al poder, y viviendo toda su vida en su país natal entre desventuras y éxitos.
Carlos Prieto recordó que conoció al músico Igor Stravinsky desde su niñez, por ser buen amigo de su padre, acudiendo a menudo a las cenas que éste ofrecía junto con su esposa Vera, en cada viaje que realizaba a México.
"Años más tarde, tuve la oportunidad acompañar a Stravinsky a una corrida de toros y después nos fuimos a cenar a la zona Rosa, fue en esa ocasión que se me ocurrió preguntarle su opinión acerca de Dmitri Shostakovich, sin tener la menor idea de que meses más tarde ambos se encontrarían en Moscú, y menos aún que yo también estaría en esa nación”.
Prieto recordó que la respuesta de Stravinsky fue tajante: "Yo nunca pienso en Shostakovich, solamente lo hago cuando alguien me pregunta qué pienso de Shostakovich”.
“En 1962 estuve como estudiante en Moscú y tuve la oportunidad de presenciar la vida rutinaria de Stravinsky en su tierra, además de tratar con Shostakovich en varias ocasiones. Pero mi interés por este músico y por Rusia comenzaría cuando inicié mis estudios universitarios en el Instituto Tecnológico de Massachusetts”.
Recordó que cuando escuchó la primera sinfonía de Shostakovich quedó impactado y rápidamente se convirtió en un melómano de su obra. Sin embargo, confesó, si bien algunas de sus piezas lo impresionaron, otras lo decepcionaron por su banalidad y superficialidad por estar realizadas por encargo para el régimen.
Anteriormente, rememoró, había conocido a Shostakovich durante su único viaje a México, en 1959, año en que acudió a la sala del Palacio de Bellas Artes.
“Lo saludé durante el intermedio, sus ojos claros parpadeaban continuamente y sus manos y su rostro denotaban un intenso nerviosismo. Volvería a verlo años después en Moscú durante un concierto en que se estrenaba una sinfonía de Moysen Baimberg, compositor de origen judío que había sido encarcelado por Stalin y liberado gracias a las gestiones de Shostakovich”.
Dijo que Shostakovich se distinguió desde su infancia por un talento sorprendente y precoz, aprendiendo a leer música el solo, además de componer su primera ópera a la edad de 10 años, estrenando 16 años más tarde su primera sinfonía, en 1926.
“Músicos y melómanos quedaron impresionados ante la madurez de aquella obra, y de la noche a la mañana Shostakovich se convirtió en una estrella ascendente en el panorama musical soviético. Prácticamente desde el inicio de su carrera se vio sujeto a presiones políticas confusas y a veces contradictorias”.
Mencionó que desde la llegada de Lenin al poder se advirtió la censura que fue distanciando a los artistas e intelectuales, muchos de los cuales emigraron.
Comentó que la unión de compositores soviéticos dictó en 1933 la siguiente consigna: “La principal atención del compositor soviético debe concentrarse en los victoriosos y progresistas principios de la realidad, en todo lo que se eólico y brillante, el realismo socialista demanda una implacable lucha contra las direcciones modernistas que eliminan al elemento popular y que son típicas de la decadencia del arte burgués contemporáneo”.
Prieto señaló que la ópera Lady Macbeth, de Shostakovich, “fue vista por Stalin en 1935, en el teatro Bolshoi, saliendo al final del tercer acto exclamando ¡Esto no es música sino caos!, el periódico oficial, Pravda, publicó días después un artículo donde se afirmaba que el público había quedado desconcertado por una corriente confusa deliberadamente disonante para perderse en el ruido, los rechinidos y los gritos”.
La obra fue retirada de todos los repertorios de la Unión Soviética, mencionó Carlos Prieto, y las obras de Shostakovich fueron proscritas de los escenarios soviéticos durante muchos años.
“Shostakovich pensaba que su arresto era inminente, sus amigos se esfumaron, mantener relación con un enemigo del pueblo era peligroso, sin embargo no fue arrestado. Stalin, quien no tuvo el menor escrúpulo para mandar matar a tanta gente, debe haber sentido por el compositor algún respeto misterioso o supersticioso, tal como le ocurrió con Pasternak”.
Miguel León Portilla fue el encargado de dar lectura al discurso de contestación durante la ceremonia, celebrando que un músico y un artista como Carlos Prieto ingrese a la Academia Mexicana de la Lengua.
“Además de ser un gran músico cultiva muy bien el arte del bien decir, de ello dan testimonio sus varios libros entre los que destacan Cinco mil años de palabras, obra de gran interés en la que desde diversas perspectivas nos acerca al universo de la expresión a través del idioma”.
León Portilla afirmó que en Carlos Prieto se encuentran muchos de los atributos de los grandes maestros que vivieron en el Renacimiento, estudiando en sus principios ingeniería y economía, además especializarse en ruso a la par que en música.
“En todo lo que ha escrito, además de sus actuaciones como músico, Carlos siempre busca la excelencia y la perfección, el dedicar su discurso de ingreso a esta academia a la figura de Dmitri Shostakovich, no es algo raro porque ha citado a este gran compositor en muchos de sus libros, entre ellos De la URSS a Rusia”.
Y agregó: “Carlos Prieto es maestro del expresión armoniosa, conjuga él como muy pocos el arte de la palabra sabia con el arte de la música, esa otra forma de lenguaje que algunos, entre ellos el gran sabio Nezahualcóyotl, han dicho que es una forma de dialogar con la divinidad”.
Al término de la ceremonia, Carlos Prieto ofreció un breve recital, en el que incluyó una obra del compositor Manuel de Soumaya, así como la Sonata de Dmitri Shostakovich para chelo y piano.