Recuerda Conaculta al historiador mexicano Edmundo O’Gorman a 106 años de su natalicio

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Información: DAF
Comunicado No. 2550/2012
24 de noviembre de 2012

***Los restos del considerado el padre fundador de la Escuela de Historiadores Latinoamericanos fueron trasladados a la Rotunda de las Personas Ilustres

***Falleció el 28 de septiembre de 1995

Como un innovador, revolucionario, especialista y profesor que transformó la manera de enseñar y hacer historia se recuerda al mexicano Edmundo O’Gorman a 106 años de su natalicio.

Figura emblemática de la historiografía mexicana del siglo XX, O´Gorman, originario de Coyoacán, Ciudad de México, nació el 24 de noviembre de 1906 de la unión de dos ramas de una misma familia de origen irlandés; su producción y firme denuncia de lo obsoleto en el trabajo de la disciplina histórica en México, le llevó a ser un fuerte crítico de los miembros de la Academia.

“La historia es registro e interpretación, relato con bases objetivas y una nueva, eterna, ininterrumpida pero cabal narración de los hechos. Pero hay métodos, reglas y condiciones para alcanzar y exponer estos registros e interpretaciones, en estas tres fases del hacer histórico Edmundo O’Gorman se desenvolvió destacadamente y agregó dos cualidades: las de convertirse en lúcido intelectual y en extraordinario maestro”, señala Alberto Dallal en su ensayo “Recuerdo de Edmundo O’Gorman”.

La historiadora mexicana Josefina Zoraida Vázquez, en su texto Don Edmundo O’Gorman, historiador y maestro revolucionario, explica que algunas de sus obras, como: La invención de América, La supervivencia política novohispana, México, el drama de su historia, y Meditaciones sobre el criollismo; se convirtieron en un verdadero parteaguas.

“Esta afirmación puede parecer exagerada, pues es difícil de aquilatar la transformación que tuvo la historiografía mexicana. Al introducir nuevas perspectivas para el análisis del pasado, su cátedra despertó inquietudes en sus estudiantes y terminó por derrumbar las acartonadas formas de la historia que estaban vigentes. Como afirmaría uno de sus discípulos, Juan Ortega y Medina, ‘O’Gorman tiene el mérito de haber modificado el enfoque con el que se aborda el estudio de nuestra evolución histórica’”.

El intelectual, maestro, teórico y catedrático por su estricto análisis y ordenado método que utilizó, sus obras son reconocidas como producción de conocimiento científico puro con las que buscaba entender los sucesos que el país vivía, gran divulgador de la historia y con un gran amor a su patria, México.

Fallecido el 28 de septiembre de 1995, O’Gorman se graduó de la Escuela Libre de Derecho en 1928, ejerció la abogacía por algunos años, abandonándola años después para dedicarse a la academia. Obtuvo la maestría en Filosofía en 1948 y el doctorado en Historia en 1951, en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Fue docente en la Facultad de Filosofía y Letras, del Instituto de Investigaciones Históricas, ambas de la UNAM y la Universidad Iberoamericana. En 1971 estableció el Seminario de Historiografía Mexicana en la Ibero y contribuyó al conocimiento de clásicos novohispanos como José de Acosta, Bartolomé de Las Casas, Alonso de Zorita, Fray Toribio Motolinia y Fray Servando Teresa de Mier, entre otros.

Considerado el padre fundador de la Escuela de Historiadores Latinoamericanos, el hermano del célebre pintor Juan OGorman, recibió distinciones como: el Premio Nacional de las Letras (1974), Doctor Honoris Causa por la UNAM (1979) y Premio Rafael Heliodoro Valle (1983).

Más allá de esos reconocimientos, Edmundo OGorman es considerado uno de los historiadores que tiene obra sólida, que realizó aportaciones notables al pensamiento histórico universal, y quien más influyó con su pensamiento el ambiente histórico de México.

Los restos del historiador, junto a los de la pintora María Izquierdo, la diplomática Amalia González Caballero, y el compositor José Pablo Moncayo, fueron trasladados a la Rotonda de las Personas Ilustres, ubicada en el Panteón Civil de Dolores, en acto realizado el 22 de noviembre, el secretario de gobernación Alejandro Poiré, exclamó que fueron personas auténticas y genuinamente ilustres, quienes alcanzaron grandes éxitos en la historia moderna de México.

La herencia que dejó el historiador y que marcó con su trabajo y presencia un antes y un después en la historiografía de México, “fue la pasión por descubrir una historia sin la mortaja del esencialismo y liberada de la camisa de fuerza de una supuesta necesaria causalidad; una historia sólo inteligible con el concurso de la luz de la imaginación. Su cátedra y sus libros forzaron un nuevo cauce de la historiografía”, escribió Josefina Zoraida Vázquez.