Rosario Castellanos, autora de la trilogía indigenista considerada la más importante del siglo XX mexicano

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Información: AMS
Comunicado No. 777/2010
25 de mayo de 2010

***Conaculta rinde homenaje a la autora en el 85 aniversario de su natalicio

Nació en la ciudad de México el 25 de mayo de 1925,  la escritora, poeta, cuentista y ensayista Rosario Castellanos vivió su infancia y adolescencia en Comitán, Chiapas, la tierra de sus mayores, para regresar a la ciudad de México con 16 años de edad. De esos años se nutrió para escribir Balún-Canán, que junto con  Oficio de tinieblas, y el libro de cuentos Ciudad Real, conforman la trilogía indigenista considerada como la más importante de la narrativa mexicana del siglo XX. En este el 85 aniversario de su natalicio, Conaculta le rinde homenaje a esta autora.

Rosario Castellanos (1925-1974) fue una de las primeras mujeres mexicanas que accedió a la educación superior institucionalizada. De ahí su convicción de que las culturas en general y la mexicana en particular,  colocan a las mujeres, dentro del ámbito familiar y social en un plano inferior. Este hecho quedó de manifiesto desde su tesis de maestría en filosofía con el título Sobre cultura femenina,  que sustentó en la Universidad Nacional Autónoma de México. 

     Estudió la licenciatura y la maestría en filosofía, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Años más tarde, colaboró durante el rectorado del doctor Ignacio Chávez, ocupó el cargo de Directora General de Información y Prensa (1960-1966) de la propia UNAM. En esa misma época y hasta 1974, fue catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras; promotora cultural en el Instituto de Ciencias y Artes, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas; y redactó textos escolares para el Instituto Nacional Indigenista.

     Por su destacada trayectoria, Castellanos fue beneficiaria de tres becas: la del Instituto de Cultura Hispánica que le permitió permanecer en España, de 1951 a 1952; cuatro años después, recibió la Beca Rockefeller para escribir poesía y ensayo; y posteriormente, la del Centro Mexicano de Escritores.

     Entre los reconocimientos que obtuvo a lo largo de su vida literaria figuran el Premio Chiapas 1958,  por Balún Canán;  Premio Xavier Villaurrutia 1961,  por Ciudad Real; Premio Sor Juana Inés de la Cruz 1962, por Oficio de Tinieblas; Premio Carlos Trouyet de Letras, 1967; además del Premio Elías Sourasky de Letras, en 1972.

     Rosario Castellanos cultivó prácticamente todos los géneros: poesía, novela, cuento, ensayo, teatro, periodismo y epistolar y compartió sus travesías literarias con autores como Jaime Sabines, Dolores Castro, Luisa Josefina Hernández; y diversos escritores hispanoamericanos como Ernesto Cardenal, Ernesto Mejía Sánchez, Otto Raúl González, Tito Monterroso y Carlos Illescas.

     Tanto en México como en el extranjero ejerció con irreductible vocación el magisterio: en Estados Unidos fungió como maestra invitada por las Universidades de Wisconsin y Bloomington; en Israel, cumplió la misma tarea en la Universidad Hebrea de Jerusalén, desde su nombramiento como embajadora de México en ese país (1971) hasta su muerte.

     Rosario Castellanos colaboró con cuentos, poemas, crítica literaria y artículos de diversa índole en los suplementos culturales de los principales diarios del país y en revistas especializadas de México y del extranjero. En Excélsior participó como editorialista desde 1963 hasta 1974.

     Se inició en la literatura como poeta; desde 1948 hasta 1957 sólo publicó poesía. Balún-Canán es su primera novela que después de su primera edición ha tenido permanentes reimpresiones en el sello Fondo de Cultura Económica y ha sido traducida a los más diversos idiomas. Esta novela, junto con Ciudad Real, su primer libro de cuentos, y Oficio de tinieblas, su segunda novela, forman la trilogía indigenista más importante de la narrativa mexicana del siglo XX. Los convidados de agosto, su segundo libro de relatos, recrea los prejuicios de la clase media provinciana en Chiapas; en tanto que y Álbum de familia, el tercero y último, los de la clase media urbana.

     En 1972, Rosario Castellanos reunió su obra poética en el volumen intitulado Poesía no eres tú. Desde 1950, año en que publicó su tesis Sobre cultura femenina, la escritora no dejó nunca de incursionar en el ensayo; en 1973 publicó Mujer que sabe latín, una colección de ensayos acerca de las dificultades de las mujeres para acceder al mundo de los conocimientos.

     En vida publicó cinco volúmenes y dos más de manera póstuma. De toda su obra, incluido su única  pieza teatral, El eterno femenino, se desprende una clara conciencia del problema que significó para ella, la doble condición de ser mujer y mexicana.

     En opinión de Lucía Fox-Lockert, estudiosa de su obra en la Universidad de Michigan, East Lansing, toda su vida representa un continuo esfuerzo de liberación y su obra creativa, es el testimonio de su afirmación feminista. Mujer de extraordinario talento y valor, logró expresar en su poesía, en sus novelas, cuentos, ensayos artículos periodísticos y dramas, la búsqueda de su ser auténtico, en contraste con la condición femenina que se le había impuesto socialmente.

     Lucía Fox-Lockert distingue tres etapas en su producción que exploran las interacciones entre los sexos. En la primera, Castellanos delinea las actitudes típicas de las mujeres; en la segunda, las reacciones de éstas; y en la tercera, la simultánea percepción de lo que la mujer en realidad es, es decir, la mujer auténtica en relación con la imagen que la sociedad le ha asignado.

     A la primera etapa corresponden sus dos novelas, Balún- Canán y Oficio de tinieblas. Las mujeres aparecen aquí, subordinadas a la trama que gira alrededor de conflictos raciales entre blancos e indígenas; a la segunda, los volúmenes de cuentos Los convidados de agosto y Álbum de familia, en los que la autora hace un inventario de los tabúes sociales y sus protagonistas los rompen uno por uno; y en la tercera figura El eterno femenino, drama en tres actos, en el que plantea  el  problema de la mujer mexicana que vive en un mundo condicionado por varones.

     Se puede concluir que las tres etapas de Rosario Castellanos presentan una trayectoria, un método de identificación, un inventario de las costumbres. Hace fundamentalmente un análisis femenino de la realidad hispanoamericana y analiza la imagen femenina y la búsqueda de autenticidad de la mujer. La prematura muerte de la escritora no le dio tiempo para plantear la estructura última que debía reemplazar la anacrónica existente, pero ella dejó los cimientos de un análisis genuino y franco.

     La autora de Trayectoria del polvo pensaba que la poesía era el único camino que permitía sobrevivir. “Las palabras poéticas constituyen el único modo de alcanzar lo permanente en este mundo. Por esos años, y después de una fuerte crisis religiosa, dejé de creer en la otra vida”.

     En 1966 aceptó una invitación como profesora visitante a Madison, Wisconsin, donde logró recuperarse. Se dedicó a su hijo Gabriel y a sus clases. Se fue revalorando y este fue un proceso doloroso porque fue conociéndose. Finalmente, en un acto de autoestima, se divorció de Ricardo Guerra.

     Rosario Castellanos murió víctima de un accidente en Tel Aviv, Israel, el 7 de agosto de 1974, cuando se desempeñaba como embajadora de nuestro país ante esa nación.