Entabla Carmen Leñero un diálogo con poetas, filósofos y narradores en busca de la imaginación teatral

  • Libros, revistas y literatura
Información: JLB
Comunicado No. 1705/2010
27 de octubre de 2010

***La poeta, cantante, dramaturga e investigadora  acaba de publicar el libro La escena invisible. Teatralidad en textos filosóficos y literarios en Conaculta

***El libro será presentado el miércoles 27 de octubre, a las 19:00 horas, en el café Las Hormigas de la Casa del Poeta Ramón López Velarde

Carmen Leñero (Ciudad de México, 1959), poeta, cantante, dramaturga e investigadora del teatro, ha publicado el libro La escena invisible. Teatralidad en textos filosóficos y literarios donde literalmente extrae de textos del poeta místico San Juan de la Cruz, el filósofo Martin Heidegger o los narradores contemporáneos Christa Wolf o Friedrich Dürrenmatt, una forma de imaginar que puede ser leída como escenas teatrales. A esta capacidad de los autores “de imaginar en escenas”, más allá de los escenarios, Carmen Leñero la denomina “teatralidad” y, con ella, entabla un diálogo para encontrar “qué tienen las palabras que pueden comunicar algo tan intenso, tan corporal, como sucede en el teatro”.

      —¿Cómo surge el planteamiento para La escena invisible?

      —Por un lado, he trabajado desde hace varios años en el Instituto de Investigaciones Filológicas y el tema de mi investigación ha sido la teoría teatral, es decir, qué es el teatro como forma de imaginar y como forma de comunicación, yendo más allá de los montajes. Trato de indagar qué es esta cosa que llamamos teatro y por qué funciona. Por otra parte, me interesaron los procesos mentales de dónde surge el teatro. Planteo que la “teatralidad” es una forma particular de imaginar, como hay una forma novelada y una poética.

      —¿Cómo definirías la “teatralidad”, como forma de la imaginación?

      —Creo que tiene que ver con el espacio, el cuerpo y la voz. El escritor de teatro empieza imaginando un espacio que se va poblando de voces, luego de personajes, que entran en conflicto. Es como imaginar una escena virtual, en el aquí y en el ahora. Mi interés era saber qué puede hacer por la escritura esta forma particular de imaginar que tiene el teatro.

      —En el libro entablas, si estoy en lo correcto, diálogos con autores como Heidegger, Wittgenstein, San Agustín y San Juan de la Cruz, a estos diálogos los llamas “ensayos-ficción”, ¿por qué?

      —Siento que en varios textos literarios y filosóficos (poema místico, historia sobre el oráculo de Delfos, también planteamientos filosóficos) siento que la imaginación teatral o “teatralidad” está presente. Entonces, aunque se trate de ideas, son diálogos “emplazados” y no es simplemente una metáfora, sino que está ocurriendo mientras las palabras fluyen. Llamo “palabra poética” cuando la escritura por sí misma es capaz de generar una experiencia tan vívida, tan corporal, como en un hecho escénico, donde el lector se convierte en espectador.

      Ciertamente, aclara la autora, “estos textos no los escogí de la nada, sino porque están basados en el diálogo y en la oralidad, presuponen la presencia del autor y del receptor, y también la dinámica de una conversación. A partir de allí, yo como lectora, dialogo y digo mi palabra, que no es una crítica sino una invención; me dejo provocar, me obligo a hacer uso de la palabra, también. De ahí el término ensayo-ficción, finalmente porque estoy participando en el juego al que el texto me invitó”.

      —¿Estos diálogos son susceptibles de ser llevados a escena?

      —Yo creo que no. Habría que hacer una adaptación escénica y habría que pensar en construir drama. Estos textos, sí tienen principios de drama, porque hay fuerzas en conflicto, como el que se entabla entre el Alma y el Esposo, en la poesía de San Juan de la Cruz. Habría que encontrar las tensiones, de las que surge el drama, de este choque de fuerzas en conflicto. El teatro es esencialmente dramático y no sólo diálogo.

      —¿Cuál es el hilo conductor que une textos desde el Oráculo de Delfos, pasando por San Agustín, hasta Wittgenstein o Dürrenmatt?

      —Creo que todos estos ensayos, finalmente, hablan de lo humano frente a lo divino. Es un conflicto que está presente desde el surgimiento de la tragedia griega, ¿cómo comunicarse con aquello que está en otra esfera?, ¿cómo  hablas con los dioses o los muertos? Así nace el teatro, como un ritual, como una representación de lo sagrado, de lo inefable. De la misma forma, el teatro es una forma de comunicación con esferas —como el inconsciente— que no son accesibles; nos permite dialogar con dios, con los muertos, con mis fantasmas o mi sombra.

      “Lo que sucede es que yo me acerco a los textos no desde una perspectiva histórica, sino a partir de las tensiones que los atraviesan. Sin desconocer el hecho de que la historia es la generadora de toda la realidad cultural, yo me relaciono con los autores por su lugar en mi presente, como criaturas vivas, no como zombis venidos de ultratumba. ¿Qué me dicen hoy a mí y qué les puedo decir yo? Porque lo único que tenemos es el aquí y el ahora. Son autores a los que respeto pero con los que me atrevo a hablar de tú a tú, aunque yo sea pequeña. No digo la última palabra sobre sus ideas, porque son diálogos y me permito imaginar junto con ellos”.

      —¿Tu experiencia como poeta y cantante está en estos ensayos?

      —Yo trato de establecer una línea conductora entre mi experiencia con la palabra cuando escribo poesía, cuando canto o pienso. He tratado de unir artes distintas y ver qué pueden tener en común. Una de mis preocupaciones ha sido cómo, mediante la escritura, representar el silencio, porque para mí el silencio es la poesía. El teatro es un lenguaje que me permite unir estas realidades: la música, la poesía y la del pensamiento, porque es ahí donde cuerpo, palabra y movimiento se unen.

      En 1998, Carmen Leñero recibió el Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer; en 1996, el Premio Nacional de Cuento Infantil Juan de la Cabada y en 1994, el Premio Nacional de Ensayo Literario, otorgado por la Universidad Veracruzana.

      Perteneció al Sistema Nacional de Creadores de Arte de 2000 a 2006. Obtuvo en 2004 el doctorado en Letras por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

      Ha realizado también estudios de teatro, música y canto. Desde 1988 es miembro del Centro de Poética del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM.

      Ha publicado varios libros de poesía, narrativa y ensayo como La luna en el pozo. Ensayos sobre el arte teatral, en torno a Enrique IV de Pirandello (Conaculta, colección Sello Bermejo, 2000).

      La escena invisible. Teatralidad en textos filosóficos y literarios (Conaculta, colección Teoría y Práctica del Arte, 2010) se presentará con la participación de Fernando Escalante, Carlos López Beltrán, Emilio Méndez Ríos, Ernesto Velázquez y la autora, el miércoles 27 de octubre, a las 19:00 horas, en el Café Bar Las Hormigas de la Casa del Poeta Ramón López Velarde (Álvaro Obregón 73, colonia Roma).