Revisa Emmanuel Carballo contacto entre pintores y escritores del periodo posrevolucionario

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Información: AMS
Comunicado No. 1115/2010
23 de julio de 2010

***El crítico literario también habló de María Asúnsolo, musa de infinidad de artistas

El escritor y crítico literario Emmanuel Carballo pasó revista a 11 pintores, un nutrido grupo de escritores y a una musa, todos ellos representados en el acervo permanente que se exhibe en las salas del Museo Nacional de Arte, en una sesión del ciclo Jueves de Arte y Literatura en el Munal, promovido por el Conaculta y el Instituto Nacional de Bellas Artes.

En lo que fue una mezcla entre conferencia y vista guiada, a través  de tres salas de exhibición, Carballo relató historias y anécdotas de artistas como Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez Lozano, Diego Rivera, Federico Cantú, Abraham Angel y de escritores como José Vasconcelos, Jorge Cuesta y Elías Nandino, entre otros.  

       Carballo,  a quien se considera una de las figuras de la llamada Generación de Medio Siglo, revisó la relación entre literatos y retratistas del México posrevolucionario, reunidos  en la sala denominada 1910-1955 Estrategias plásticas para un México moderno.

       En el marco de la actividad denominada Once pintores y una musa, vistos por un escritor,  el jalisciense  se refirió tanto al trabajo como a aquellos elementos que unieron o no, a escritores y retratistas. Tal fue el caso de Roberto Montenegro y Elías Nandino, Carlos Orozco Romero y Jorge Cuesta, Manuel Rodríguez Lozano y el joven pintor Abraham Angel, incluidos en ese espacio.

       Carballo dedicó especial atención a dos de los personajes representados a través de la pintura. El primero de ellos, fue Adolfo Best Maugard, hombre culto, pintor, benefactor y promotor de artistas, sobre el que relató algo de su historia e intentó interpretar la obra que de él dejó Diego Rivera y también frente a su autorretrato.

       A la cabeza de un grupo formado por alrededor de 60 personas,  Emmanuel Carballo, afirmó que la década de 1930, en plena posrevolución, se caracterizó por la numerosa y sólida producción artística que brindó; además, en esos años del siglo XX se fortalecieron más los lazos filiales y pragmáticos entre quienes cultivaban la literatura y la plástica.

       Sobre Best Maugar, lo calificó como un virtuoso mexicano con una personalidad multifacética, que entre sus tantas ocupaciones se ejerció las de pintor, estudioso del dibujo, profesor de arte, director de cine, escritor, pensador y promotor de la cultura mexicana.

       Conocido entre sus amistades como Fito Best Maugard, de acuerdo con Carballo, los trabajos con los que más reconocimiento obtuvo son la creación de un Método de Dibujo al que le puso su nombre y que constituyó el sistema empleado en las Escuelas de Pintura al Aire Libre de la época vasconcelista.

       De ahí, Carballo pasó a la sala número 31, misma que resguarda un conjunto de obras dedicadas a una de las grandes musas de la época, María Asúnsolo, por pintores de la talla de David Alfaro Siqueiros, Federico Cantú, Juan Soriano, Jesús Guerrero Galván e incluso María Izquierdo.

       Sin ocultar su admiración por la belleza e inteligencia de Asúnsolo, el crítico recordó que fue una prominente mecenas de las artes y miembro de la familia del prestigiado escultor Ignacio Asúnsolo y de la actriz Dolores de Río.

       En esa sala, a la que sin duda fue la que dedicó más tiempo, habló de la perfección de las dos obras de Siqueiros, la que recrea a la niña imaginaria y por otra parte a la bella mujer que lo cautivó y a la que escribió cientos de cartas amorosas que se encuentran bajo resguardo del propio Museo Nacional de Arte.

       También habló del exquisito trabajó que de ella hizo Juan Soriano; en contraste con la María Asúnsolo niña y la modelo plasmadas por Guerrero Galván; o el retrato de María Izquierdo, de gran factura artística, pero que en su opinión está muy alejado de la personalidad de la musa.

       Carballo refirió que Asúnsolo causó la fascinación de muchos pintores y escritores de los años 30, pues su hermosura e inteligencia se volvieron míticas.

       “Todo aquel que se le acercaba por cualquier motivo, quedaba aniquilado pos su poderosa y magnética personalidad. Su esposo, el intelectual y político Mario Colín, muy bien entendido de la belleza de su mujer, fue quien encargó a amigos, conocidos y desconocidos el trabajo de plasmar a perennidad a Asúnsolo”, observó al final de la charla.

       Jueves de Arte y Literatura en el Munal, tiene como propósito brindar al público la oportunidad de acercarse al arte, a través del cruce de la pintura y la literatura, mediante un ciclo de recorridos que se ajustan a las dinámicas de la ciudad de México, como contribución al fortalecimiento de la educación artística y divulgación de la cultura.