Horacio Franco conduce al Coro de Madrigalistas de Bellas Artes en un concierto agradecido por el público

  • Música
Información: RGT
Comunicado No. 275/2011
14 de febrero de 2011

***Culmina en aplausos de pie y bravos la ejecución el repertorio de Salomone Rossi, Schmelzer, Vivaldi y Bach en la Biblioteca Vasconcelos del Conaculta

Horacio Franco ofreció el fin de semana en el Auditorio de la Biblioteca Vasconcelos su tercer concierto al frente del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes como director huésped y flauta. Ante más de 400 espectadores que mantuvieron un expectante silencio, Franco tuvo una presentación que duró alrededor de 90 minutos y que culminó en aclamación de pie.

       Vestido con una elegante camisa rosa de seda y manga larga, pantalones vaqueros color arena con pequeñas manchas negras y puntiagudas botas color melón, el flautista Horacio Franco abrió el concierto con una sonata barroca de Antonio Vivaldi, acompañado en el clavecín por Santiago Álvarez.

       Sin partitura musical al frente, sosteniendo entre sus labios uno de los instrumentos musicales más antiguos, Franco hizo un preludio con una melodía dulce y suave que interpretó con calma y suavidad durante casi seis minutos.

       Así, tocando una flauta de madera de más de medio metro Horacio Franco abrió a los espectadores el programa de la Primera Temporada 2011 que presentó la semana pasada en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes y en el Auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes.

       Acto seguido, comenzaron los Madrigales del Libro I de Salomone Rossi, talentoso compositor y violinista italiano de origen judío, introductor de los cánticos polifónicos en el periodo barroco.

       Alternando con diferentes integrantes del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes, compuesto por sopranos, contraltos, tenores y bajos, Franco dirigió con soltura cuatro breves madrigales a cinco voces, acompañado por Héctor Cruz en el clavecín.

       Todo el tiempo el director mantuvo informado al público de las piezas que iba a interpretar y rememoró datos biográficos de Rossi, quien escribió canciones amorosas, madrigales, sonatas y música para  escena.

       Durante todo el concierto, el tenor lírico ligero, David Orlando Pineda, se dio el lujo de interpretar de memoria los cánticos de Rossi y un complicado motete de Johann Sebastian Bach. “Las letras se me pegan rápido y trato de estudiar mucho; se me facilitan más las cosas si no estoy pegado a la partitura y me gusta porque la partitura es siempre una barrera entre el público y el artista, comentó Pineda, tras la conclusión del concierto”.

       Luego de la interpretación de los Madrigales del Libro I, de Rossi, Franco deleitó al público con la Sonata Quarta de Johan H. Schmelzer, virtuoso violinista austriaco, que Franco interpretó con destreza en una de sus más pequeñas flautas. Con el pie derecho sobre un cajón, y sin leer partitura alguna, Franco tocó durante seis minutos una melodía de sonidos suaves y agudos, que requirió de rápidos movimientos de sus dedos.

       Cuando Franco rebasaba los primeros 20 minutos de concierto, vino el turno a la Sonata en fa mayor, op. 2, num. 4, de Vivaldi; cambio de flauta, ahora de mediano tamaño, y también cambio de sonido, lo que el público esperaba, pieza suave y alegre, del barroco popular y conocido.

       De memoria y con gran capacidad de aliento, Franco recurrió con pasión a bocanadas de aire y rápidos movimientos en sus falanges para la interpretación de esta pieza. Los aplausos nutridos comenzaron a emerger fuertes y con espontaneidad, cuando apenas el concierto rebasaba la media hora.

       De acuerdo al programa musical, tocaba el turno a los Madrigales del libro II, de Rossi. Nuevamente el Coro de Madrigalistas de Bellas Artes hizo gala de sus proezas con seis piezas musicales en la que alternaron cinco voces de hombres y mujeres.

       El tiempo se resbala entre los espectadores, breves cánticos suaves y sincronizados van pasando uno a uno y viene de nueva cuenta Vivaldi, con la Sonata en mi menor, op. 2, num. 9.

       Santiago Álvarez continúa al pie de un clavecín, decorado al pastel en diversos tonos de rojo, naranja, rosa y amarillo. Con una flauta pequeña café claro, de la que se emiten sonidos agudos y suaves, Franco interpreta la melodía, apoyado en ocasiones con el pie derecho sobre un cajón.

       Y va otra pieza de Vivaldi, pero sobrevienen los imprevistos. El clavecín registra algunos fallos por los cambios de ajuste que deben de hacerse entre la interpretación de los madrigales de Rossi y las sonatas de Vivaldi. Pasados algunos minutos, los imponderables se resuelven y Franco arremete con la más pequeña de sus flautas con la Sonata en si menor, op. 2, num. 5. Terminada la ejecución el clavecín es arrastrado al fondo del escenario por Franco y Álvarez y se anuncian cambios en la programación musical, ante el fallo del clavecín.

       Sin perder la calma, dueño del escenario, Franco anuncia fuera de programa un salmo del Cantar de los cantares, de Rossi, pieza polifónica interpretada por 21 hombres y mujeres del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes. El público lo acoge con beneplácito.

       Y Franco, agradecido premia a los espectadores con la interpretación de 23 voces en el escenario de un motete de Johan Sebastian Bach que él considera una de las más grandes obras corales de todos los tiempos, acompañado en el órgano por Héctor Cruz y Cuauhtémoc Chaidez en el contrabajo.

       Se trata de Singet der Herrn eines neues lied BWV 225, “pensado totalmente para instrumentos, aunque sea para voces, el lenguaje es puramente instrumental, muy difícil de cantar, un verdadero tour de force de la literatura vocal”, dijo Franco.

       El director obtuvo una cosecha de inmediato entre el público. La conclusión de la obra tuvo nutridos aplausos con gente de pie y bravos intermitentes. Una vez abandonado el escenario, y ante los persistentes aplausos, todos los integrantes del Coro de Madrigalistas de Bellas Artes volvieron a aparecer un par de veces. Franco decidió entonces repetir, como muestra de agradecimiento, el primer movimiento del motete de Bach. Y así concluyó, entre vivas y aplausos de un público diverso que tuvo entrada gratuita al concierto.

       Entrevistado brevemente por el Conaculta, el director huésped destacó: “La tercera vez siempre sale mejor”, pese a los problemas que surjan.

       De trayectoria internacional y egresado del Conservatorio Nacional de México indicó que en los últimos días tuvo problemas de salud con algunos cantantes debido a que “son muy vulnerables a los cambios de clima y de contaminación” y que esto afecta al grupo. Pero, dijo, debo reconocer que “ellos ponen todo de su parte para recuperarse y poder estar presentes”.

       “Los cantantes tienen el instrumento en la garganta y en el estómago y eso los hace muy susceptibles, muy delicados, cualquier cambio de clima los puede afectar, cualquier estado emocional los puede afectar, y eso obviamente es muy importante”, explicó Franco.

       “Vamos a seguir trabajando y ensayando porque tenemos en puerta el segundo programa de la primera temporada que comienza en marzo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. El domingo damos un concierto a las 12:00 horas en la Sinagoga Justo Sierra”.

       Destacó que hay que “sacar de los madrigalistas lo mejor que se pueda. Tenemos voces potenciales, maravillosas en este grupo y hay que seguir haciendo el trabajo, depurando y poniendo lo mejor posible. Tengo toda la colaboración de los maestros, me parecen magníficos cantantes y músicos y bueno, pues hay que sacar a flote este programa perfeccionándolo más, haciendo cada vez más cosas que se pueden mejorar. Siempre, se pueden mejorar las cosas, nunca es suficiente el ensayo”.

       Horacio Franco realizó estudios de flauta de pico en el Conservatorio Nacional de Música y el Conservatorio Sweelinck de Ámsterdam. Es uno de los pocos flautistas con reconocimiento internacional que ejecuta música de cámara, antigua, folclórica, contemporánea y popular.

       Durante su trayectoria ha rescatado piezas novohispanas y música tradicional prehispánica y ha captado público joven del país. Uno de sus retos es hacer más atractiva y accesible a la música clásica.

       El Coro de Madrigalistas de Bellas Artes fue fundado en 1938 por Luis Sandi, con la finalidad de difundir la música coral. Hasta el momento la agrupación posee un extenso repertorio que abarca desde las primeras manifestaciones musicales en Occidente, hasta las obras corales contemporáneas.

       La agrupación ha sido dirigida por músicos de talla internacional como James Demster, Jorge Córdoba, Samuel Pascoe, Rufino Montero, entre otros, y ha participado en diversos festivales en gran parte del territorio nacional y Estados Unidos.