El hijo de Siberia, Dmitri Hvorostovsky, brilló en el Palacio de Bellas Artes

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Información: HBL
Comunicado No. 1789/2012
23 de agosto de 2012

***El barítono, acompañado por el pianista Ivari Ilja, dio muestras de su virtuosismo en la interpretación de obras de Rachmaninov, Liszt, Rossini, Wagner, Borodin, Rubinstein y Verdi

En Krasnoyarsk, Siberia, existe la leyenda de que los niños nacidos en días de luna llena brillarán con su talento por el reto de su vida, consigna que el barítono Dmitri Hvorostovsky probó la noche del miércoles 22 de agosto durante el magno concierto que ofreció en el Palacio de Bellas Artes, donde no quedó un solo asiento vacío.

Acompañado por el pianista Ivari Ilja, dio muestras de su virtuosismo en la interpretación de obras de Rachmaninov, Liszt, Rossini, Wagner, Borodin, Rubinstein y Verdi, dejando en claro que la voz humana representa el gran faro de luz que puede unificar conciencias.

Con las notas de Ivari Ilja, Dmitri Hvorostovsky inició el concierto con una selección de Sergei Rachmaninov que incluyó operturas de gran exigencia técnica como O net molju! Ne uhodi, Op. 4, núm. 1; la Ona, kak polden, horosha Op. 14, núm. 9, el Ja byl y nei, Op. 14, núm. 4, así como el Son, Op. 8, núm. 5; la Otryvok iz A. Musset, Op. 21, núm. 6; la V molchanji nochi tainoj, Op. 4, núm. 3,  y el bello canto Ne ver mne, drug, Op. 14, núm. 7, que hizo cimbrar la gran caja de música del coloso de mármol.

Con la misma pasión que ha mostrado en escenarios como la Royal Opera House, el Covent Garden, la Metropolitan Opera de Nueva York, la Ópera de París y la Scala de Milán, el cantante prosiguió su actuación con dos grandes composiciones de Franz Liszt: la Oh! quand je dors, S 282, y los Tres sonetos de Petrarca, S 270, los fragmentos Pace non trovo e I vidi in terra, que dieron paso al intermedio entre una lluvia de aplausos.

A su regreso, Hvorostovsky, abrió con nuevos bríos la segunda parte del programa, interpretando con gran energía la viva obra de Gioachino Rossini, Resta immobile, de la obra Guillermo Tell, por la que recibió una nueva ovación por parte de los asistentes.

En seguida, el espíritu del compositor alemán Richard Wagner llegó a la velada con los célebres pasajes Wie Todesahnung y O du mein holder Abendstern, que por mucho tiempo fueran las piezas más emblemáticas de su nación.

El final de la noche estuvo marcado por más sorpresas para el público, entre ellas un fragmento emblemático de la obra El príncipe Igor, de Alexander Borodin; Ni sna, ni otdyha y Na vozdushnom okeane, de la obra The Demon, de Anton Rubinstein, pieza que carga con la leyenda de que sólo los mas connotados cantantes pueden abarcar todo su potencial, aspecto que quedó magistralmente probado con la interpretación del barítono ruso.

Entre aplausos, Dmitri Hvorostovsky cerró la noche de gala con dos grandes obras de Giuseppe Verdi: el fragmento Cortigiani, vil razza dannata, de Rigoletto, así como Vanne y Credo in un Dio crudel, de la ópera Otelo, recibiendo una de las mayores ovaciones que se hayan suscitado en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes durante el presente año.