Stanislaw Moniuszko retrató en su obra el sufrimiento y las luchas sociales de los polacos: Emilio Pérez Casas

  • Ópera
Información: AMS
Comunicado No. 1065/2010
14 de julio de 2010

***Con una charla sobre el autor de la ópera Halka,  concluyó el ciclo de conferencias México-Polonia, en la Fonoteca Nacional

Como una de las grandes figuras de la ópera polaca, definió el maestro Emilio Pérez Casas a Stanislaw Moniuszko, autor de Halka, obra emblemática en la que retrató el sufrimiento y las luchas sociales que libró esa nación, para establecerse con la firmeza y dignidad propia de un gran pueblo.

El prestigioso pianista y maestro de canto tuvo a su cargo la última sesión del ciclo de conferencias México-Polonia, que tuvo como sede a la Fonoteca Nacional de Conaculta, donde el concertista aseguró que la ópera fue un género distintivo no solamente de este compositor -considerado el más grande después de Chopin-, sino de todo el pueblo polaco.

      Acompañado por Joanna Addeo, consejera cultural de la Embajada de Polonia en México; y de Víctor Manuel Rublúo Parra, presidente de la organización Martes de Ópera, Pérez Casas refirió que Moniuszko nació en Minsk, Bielorrusia, en mayo de 1819 e inició su instrucción musical cuando su familia se trasladó a Varsovia en 1827, para luego continuar su entrenamiento y después viajar a Berlín, en 1837, para estudiar composición.

      Pérez Casas expuso que en 1840 regresó a Polonia, para ocupar el puesto de organista en la Iglesia de San Juan, ubicada en la actual Lituania, al tiempo que impartió lecciones de piano y buscó hacerse de nombre como compositor de música de cámara.

      A decir de Pérez Casas la visita que Moniuszko hizo a Varsovia en 1846 resultó definitiva, pues conoció a renombrados artistas de la época, como Otto Holberg y especialmente, Wlodzimierz  Wolski, joven escritor autor del poema Halka, en el aludía a la vida de una joven campesina enamorada de un hombre de la nobleza, del que esperaba un hijo y quien termina por engañarla, al comprometerse con la hija del administrador real, para así conservar su linaje y su riqueza.

      A decir de Pérez Casas, cautivado por la historia, Moniuszko solicitó a Wolski un bosquejo del libreto y, al regresar a Varsovia se dio a la tarea de musicalizar el poema para convertirlo en una ópera en dos actos. En mayo de 1847  concluyó el arreglo para piano de  y dos meses después, envió la partitura terminada al Teatro Nacional de Varsovia, donde la nueva ópera fue aceptada si objeción y su estreno programado para finales del mismo año.

      Sin embargo, el especialista dijo que por razones desconocidas su montaje fue pospuesto indefinidamente y no fue sino después de una década, en 1857, que la administración del teatro la retomó e inició los preparativos para su producción.

      En tanto, apuntó que Moniuszko viajo a Lituania, donde con el fin de probar la eficacia de la obra, la presentó en dos actos. Pero ya en 1857, al enterarse de los preparativos para el estreno de Halka en Varsovia, decidió revisar cuidadosamente la partitura y se percató de que era necesario reescribirla.

      Fue así, resaltó el conferencista, que el  1 de enero de 1858 Halka fue presentada en formato de ópera de cuatro actos, interpretada por jóvenes cantantes, con un gran éxito; fue aclamada “como obra de valores artísticos que exceden todo cuanto poseemos en nuestra música nacional”, subrayó.

      Pérez Casas resaltó que tras ese acontecimiento, Stanislaw Moniuszko fue considerado como el más importante compositor polaco, después de Federico Chopin, quien había fallecido nueve años antes, exiliado en París.

      Agregó que ese mismo año, Moniuszko se hizo cargo de Ópera de Varsovia y que gracias a un concierto en su beneficio, logró ver cumplido uno de sus más grandes deseos: emprender un viaje por el extranjero para conocer a las más famosas personalidades de entonces, entre los que destacaban Franz Liszt y Smetana.

      Sin embargo, Emilio Pérez Casas afirmó que el éxito de Halka y la importancia de Moniuszko como representante de la ópera nacional de Polonia, no puede entenderse sin tomar en cuenta la situación de debilitamiento político que vivió ese país a lo largo del siglo XVIII, cuando sus vecinos Rusia, Prusia y Austria, se repartieron parte de su territorio.

      Señaló que en Sttutgart, bajo la influencia de estos acontecimientos, experimentó en carne propia el aplastamiento que sufrió la revuelta que emprendieron los polacos en contra de la Rusia zarista; ya a los 12 años, había sido testigo de disturbios dirigidos tanto contra las fuerzas de ocupación, como para enfrentar la brutalidad de la nobleza polaca.

      Por tal razón, Emilio Pérez Casas consideró que en Halka, la historia de Polonia era tópico obligado de esos tiempos y aún más, porque su trama quedó establecida entre los campesinos montañeses, “de la revoltosa parte gallega de Polonia”.

      Fue así, concluyó el pianista originario de Chihuahua, que Halka pudo ser representada hasta que pasó la censura, una vez que el zar Alejandro II decidió aplicar una política conciliatoria para apaciguar a los polacos.