Inauguran muestra que cuenta una historia en común entre México y Polonia
Comunicado Núm. 1653 Galería de Fotos ***En la Biblioteca de México “José Vasconcelos” fue abierta la exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947 ***Fue inaugurada por la embajadora de Polonia en México, Anna Niewiadomska; el director General de Bibliotecas del Conaculta, Fernando Álvarez del Castillo, y la señora Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en la Hacienda de Santa Rosa México y Polonia tejieron en 1943 una historia de solidaridad cuyos lazos siguen vigentes. Y es que en ese año, la Hacienda de Santa Rosa, ubicada en las cercanías de León, Guanajuato, albergó entre durante cuatro años a mil 453 refugiados polacos, niños, mujeres, viejos y hombres a quienes la guerra y las decisiones políticas de las potencias que invadieron su país les enviaron a un destierro doloroso, a un peregrinar por el mundo que por último los trajo a México. Esta historia es contada en la exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947, que fue inaugurada este miércoles en la Biblioteca de México “José Vasconcelos” por Fernando Álvarez del Castillo, director General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); Anna Niewiadomska, embajadora de Polonia en México; y la señora Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en dicha Hacienda. La exposición consta de fotografías, documentos, libros y material filmográfico que ahora se da a conocer gracias a la colaboración entre el Conaculta, a través de la Biblioteca de México; la Embajada de Polonia en México y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH). Fernando Álvarez del Castillo aseguró que se trata de una exposición que servirá para revalorar momentos muy importantes de la historia de los pueblos polaco y mexicano, a través de conocer imágenes y documentos que reunieron las historiadoras Gloria Carreño y Celia Zack de Zukerman, quieres realizaron la curaduría de la muestra. Anna Niewiadomska, embajadora de Polonia en México, indicó que los visitantes conocerán la historia de un grupo de sus compatriotas que vivían en esos tiempos en Europa y que vivieron la guerra con todas sus atrocidades: homicidios, encarcelamientos, desplazamientos de la población a los lugares más hostiles de Europa con condiciones de vida inhumana. “Pero me da gusto contar esta historia porque al fin y al cabo es una historia afortunada. Si pensamos en los 38 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, de un lado y de otro, en este grupo de casi mil 500 personas que al haber recorrido la mitad del mundo por fin encontraron su rincón gracias a la amistad, a la comprensión, a las compasión del pueblo mexicano y el gobierno de este país, vemos que ésta es una historia afortunada”, dijo. La historia de los niños de la Hacienda de Santa Rosa comenzó con la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército nazi invadió la zona este de Polonia y la Unión Soviética invadió la parte oriental. Polonia fue fraccionada y repartida entre las dos potencias. Una arguyendo la supremacía racial, y la otra, enarbolando los ideales del comunismo internacional llevaron a cabo operativos de represión masiva, encarcelamientos de disidentes y posibles disidentes, encarcelamientos, asesinatos masivos y desplazamientos de la población. Tras un largo y difícil peregrinar, mil 453 refugiados polacos llegaron a la Hacienda de Santa Rosa, un poblado cercano a la ciudad de León, Guanajuato. Este campo de refugio se estableció como resultado de un convenio concertado entre el presidente de México, Manuel Ávila Camacho y el General Wladislaw Sikorski, Primer Ministro del Gobierno Polaco en el Exilio, el cual se pactó durante la visita a México en diciembre de 1942 del General Sikorski. Dos contingentes de refugiados llegaron a la Hacienda Santa Rosa; uno arribó el 1 de julio de 1943 y el segundo, el 2 de noviembre del mismo año. Este grupo vivió ahí hasta principios de 1947, cuando el gobierno de México disolvió el campamento y otorgó permisos de residencia a quienes desearan permanecer en el país. En los casi mil días que vivieron ahí, hombres mujeres y niños tuvieron como principal propósito curar las heridas, físicas y psicológicas que en ellos marcó la guerra y su trashumancia de su hogar a los campos de trabajo de Siberia, de ahí a Irán, Bombay, Nueva Zelanda, Estados Unidos y finalmente México, recorrido donde el hambre, el trabajo forzado, la enfermedad, el sufrimiento, la perdida, el desplazamiento y el desarraigo fueron la constante en sus vidas. Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en esa Hacienda, contó que al ver las imágenes de la exposición volvió a recordar muchos momentos tristes de su largo peregrinar antes de llegar a México, un camino lleno de violencia, hambre e incertidumbre por el futuro. La señora Zarnecki de Santos Burgoa es una de las niñas que se quedaron a vivir en México, pues tras 1947 muchos polacos quisieron volver a su país y otros emigraron a Estados Unidos. Ella, es pintora y escritora, autora de varios libros de memorias sobre Polonia y México, además de haber sido vicepresidenta de la Cruz Roja Mexicana. “Recuerdo que cuando llegamos a León, Guanajuato, nos recibieron con música de banda de pueblo. Nunca nadie nos había recibido así. La gente nos abrazaba y lloraba, nos mostraban el cielo, quizá diciendo que Dios nos ayudaría y que todo estaría bien. Y aunque nosotros no les entendíamos por el idioma, también llorábamos con ellos. Nunca voy a olvidar tanto cariño y afecto de la gente de este país”, contó Anna Zarnecki de Santos Burgoa. En la Hacienda de Santa Rosa se reprodujo en pequeño un entramado social donde se organizó el trabajo, la convivencia, el cuidado de la salud, y en continuar cultivando la cultura del país que estaba aun bajo la guerra, y guardando la ilusión del retorno. El grupo de refugiados polacos estuvo integrado en su mayoría por mujeres y niños, debido a que se trataba de esposas, viudas e hijas de soldados que servían al ejercito polaco; los hombres que integraban el conjunto eran o menores de edad o aquellos no aptos para servir en el ejercito, soldados en licencia o viejos. La historiadora Gloria Carreño explicó que el origen de la muestra fueron básicamente dos álbumes conmemorativos sobre la escuela que se instauró dentro de la colonia, uno de los cuales ataba en poder de la Embajada de Polonia en México. En dichos álbumes se hace toda una recreación de la vida interna de la colonia con un énfasis a la vida de los niños, que fue la parte más atendida de la estancia de los refugiados en México. “A partir de ahí se determinó qué es lo que se quería decir: uno de los propósitos es destacar es el carácter de México que durante el curso de sus historia ha sido solidario con diferentes puebles en procesos de vulnerabilidad. “También quisimos destacar el trabajo de las organizaciones polacas y hablar de la importancia de la solidaridad entre los países en tiempos de guerra por la protección a los derechos de los civiles, que hoy en día es un problema que sigue vigente, pues hay 18 millones de niños que están en calidad de refugiados o desplazados en sus propios países, en un contexto de 22 millones de refugiados que hay en el mundo por diferentes conflictos bélicos” señaló la historiadora. La exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947, permanecerá abierta en la Sala de Exposiciones 1 de la Biblioteca de México “José Vasconcelos”, hasta el 29 de noviembre, de lunes a domingo, de 9:00 a 17:00 horas. Entrada gratuita. MAC"
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Comunicado Núm. 1653
***En la Biblioteca de México “José Vasconcelos” fue abierta la exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947
***Fue inaugurada por la embajadora de Polonia en México, Anna Niewiadomska; el director General de Bibliotecas del Conaculta, Fernando Álvarez del Castillo, y la señora Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en la Hacienda de Santa Rosa
México y Polonia tejieron en 1943 una historia de solidaridad cuyos lazos siguen vigentes. Y es que en ese año, la Hacienda de Santa Rosa, ubicada en las cercanías de León, Guanajuato, albergó entre durante cuatro años a mil 453 refugiados polacos, niños, mujeres, viejos y hombres a quienes la guerra y las decisiones políticas de las potencias que invadieron su país les enviaron a un destierro doloroso, a un peregrinar por el mundo que por último los trajo a México.
Esta historia es contada en la exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947, que fue inaugurada este miércoles en la Biblioteca de México “José Vasconcelos” por Fernando Álvarez del Castillo, director General de Bibliotecas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta); Anna Niewiadomska, embajadora de Polonia en México; y la señora Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en dicha Hacienda.
La exposición consta de fotografías, documentos, libros y material filmográfico que ahora se da a conocer gracias a la colaboración entre el Conaculta, a través de la Biblioteca de México; la Embajada de Polonia en México y la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH).
Fernando Álvarez del Castillo aseguró que se trata de una exposición que servirá para revalorar momentos muy importantes de la historia de los pueblos polaco y mexicano, a través de conocer imágenes y documentos que reunieron las historiadoras Gloria Carreño y Celia Zack de Zukerman, quieres realizaron la curaduría de la muestra.
Anna Niewiadomska, embajadora de Polonia en México, indicó que los visitantes conocerán la historia de un grupo de sus compatriotas que vivían en esos tiempos en Europa y que vivieron la guerra con todas sus atrocidades: homicidios, encarcelamientos, desplazamientos de la población a los lugares más hostiles de Europa con condiciones de vida inhumana.
“Pero me da gusto contar esta historia porque al fin y al cabo es una historia afortunada. Si pensamos en los 38 millones de muertos de la Segunda Guerra Mundial, de un lado y de otro, en este grupo de casi mil 500 personas que al haber recorrido la mitad del mundo por fin encontraron su rincón gracias a la amistad, a la comprensión, a las compasión del pueblo mexicano y el gobierno de este país, vemos que ésta es una historia afortunada”, dijo.
La historia de los niños de la Hacienda de Santa Rosa comenzó con la Segunda Guerra Mundial, cuando el ejército nazi invadió la zona este de Polonia y la Unión Soviética invadió la parte oriental. Polonia fue fraccionada y repartida entre las dos potencias. Una arguyendo la supremacía racial, y la otra, enarbolando los ideales del comunismo internacional llevaron a cabo operativos de represión masiva, encarcelamientos de disidentes y posibles disidentes, encarcelamientos, asesinatos masivos y desplazamientos de la población.
Tras un largo y difícil peregrinar, mil 453 refugiados polacos llegaron a la Hacienda de Santa Rosa, un poblado cercano a la ciudad de León, Guanajuato. Este campo de refugio se estableció como resultado de un convenio concertado entre el presidente de México, Manuel Ávila Camacho y el General Wladislaw Sikorski, Primer Ministro del Gobierno Polaco en el Exilio, el cual se pactó durante la visita a México en diciembre de 1942 del General Sikorski.
Dos contingentes de refugiados llegaron a la Hacienda Santa Rosa; uno arribó el 1 de julio de 1943 y el segundo, el 2 de noviembre del mismo año. Este grupo vivió ahí hasta principios de 1947, cuando el gobierno de México disolvió el campamento y otorgó permisos de residencia a quienes desearan permanecer en el país.
En los casi mil días que vivieron ahí, hombres mujeres y niños tuvieron como principal propósito curar las heridas, físicas y psicológicas que en ellos marcó la guerra y su trashumancia de su hogar a los campos de trabajo de Siberia, de ahí a Irán, Bombay, Nueva Zelanda, Estados Unidos y finalmente México, recorrido donde el hambre, el trabajo forzado, la enfermedad, el sufrimiento, la perdida, el desplazamiento y el desarraigo fueron la constante en sus vidas.
Anna Zarnecki de Santos Burgoa, una de las niñas que vivió en esa Hacienda, contó que al ver las imágenes de la exposición volvió a recordar muchos momentos tristes de su largo peregrinar antes de llegar a México, un camino lleno de violencia, hambre e incertidumbre por el futuro.
La señora Zarnecki de Santos Burgoa es una de las niñas que se quedaron a vivir en México, pues tras 1947 muchos polacos quisieron volver a su país y otros emigraron a Estados Unidos. Ella, es pintora y escritora, autora de varios libros de memorias sobre Polonia y México, además de haber sido vicepresidenta de la Cruz Roja Mexicana.
“Recuerdo que cuando llegamos a León, Guanajuato, nos recibieron con música de banda de pueblo. Nunca nadie nos había recibido así. La gente nos abrazaba y lloraba, nos mostraban el cielo, quizá diciendo que Dios nos ayudaría y que todo estaría bien. Y aunque nosotros no les entendíamos por el idioma, también llorábamos con ellos. Nunca voy a olvidar tanto cariño y afecto de la gente de este país”, contó Anna Zarnecki de Santos Burgoa.
En la Hacienda de Santa Rosa se reprodujo en pequeño un entramado social donde se organizó el trabajo, la convivencia, el cuidado de la salud, y en continuar cultivando la cultura del país que estaba aun bajo la guerra, y guardando la ilusión del retorno.
El grupo de refugiados polacos estuvo integrado en su mayoría por mujeres y niños, debido a que se trataba de esposas, viudas e hijas de soldados que servían al ejercito polaco; los hombres que integraban el conjunto eran o menores de edad o aquellos no aptos para servir en el ejercito, soldados en licencia o viejos.
La historiadora Gloria Carreño explicó que el origen de la muestra fueron básicamente dos álbumes conmemorativos sobre la escuela que se instauró dentro de la colonia, uno de los cuales ataba en poder de la Embajada de Polonia en México.
En dichos álbumes se hace toda una recreación de la vida interna de la colonia con un énfasis a la vida de los niños, que fue la parte más atendida de la estancia de los refugiados en México. “A partir de ahí se determinó qué es lo que se quería decir: uno de los propósitos es destacar es el carácter de México que durante el curso de sus historia ha sido solidario con diferentes puebles en procesos de vulnerabilidad.
“También quisimos destacar el trabajo de las organizaciones polacas y hablar de la importancia de la solidaridad entre los países en tiempos de guerra por la protección a los derechos de los civiles, que hoy en día es un problema que sigue vigente, pues hay 18 millones de niños que están en calidad de refugiados o desplazados en sus propios países, en un contexto de 22 millones de refugiados que hay en el mundo por diferentes conflictos bélicos” señaló la historiadora.
La exposición Los niños de la Hacienda de Santa Rosa. Una historia de refugiados polacos en México 1943-1947, permanecerá abierta en la Sala de Exposiciones 1 de la Biblioteca de México “José Vasconcelos”, hasta el 29 de noviembre, de lunes a domingo, de 9:00 a 17:00 horas. Entrada gratuita.
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