Muestra una exposición la crónica de las celebraciones por el Centenario de la Independencia de México, en 1910
Comunicado No. 2109/2009
15 de diciembre de 2009
***El régimen porfirista organizó grandes fiestas para ostentar su poder, pero al mismo tiempo generó la cohesión social que llevó al levantamiento armado revolucionario
El ambicioso programa de los ideólogos porfirianos para celebrar los 100 años de la Independencia de México, en 1910, creó una fiesta de tal magnitud y esplendor que atemperó, tras una cortina de humo, la realidad desbordada; fue el acta de defunción por muerte natural del viejo régimen y el nacimiento de uno nuevo apoyado por un movimiento popular, expresó la investigadora Carla Zurián.
La académica adscrita a la Coordinación Nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y co curadora al lado de Martha Varela de la exposición El Centenario en México que se presenta en el Museo Casa de Carranza, dijo que esta muestra atiende a una festividad que marcó un parteaguas entre los siglos XIX y XX en la vida política del país.
Comentó que en 1910 se organizó un programa muy ambicioso con 30 días de festejos a nivel nacional, aunque la capital del país concentró la parte más significativa. El proyecto fue lujoso y abrumador, con innumerables inauguraciones de edificios, escuelas, mercados, plazas y monumentos, entre muchas otras actividades.
“Las Fiestas del Centenario fueron el mayor dislate de lujo y despilfarro para recordar a las naciones extranjeras, empresarios y hacendados la fortuna, modernización y poder del gobierno; pero al interior del país, sirvieron para crear lazos de identidad que parecían olvidados, deshilvanados o inexistentes. Las Fiestas del Centenario fueron el acontecimiento político y social de la década; se dio al pueblo de México el solaz resabio para reunir fuerzas y prepararse ante la sublevación”, comentó la especialista.
Agregó que a lo largo de estas fiestas, los miles y miles de mexicanos asistentes entraron en una comunicación que los identificaba como mexicanos, como portadores de un pasado común que, 100 años antes, se había insurreccionado contra la Corona. Salvo las élites porfirianas, cuya xenofilia y trato preferente al extranjero era confundida con un “espíritu de cosmopolitismo, rasgo común de los pueblos progresistas”, los eventos realizados por el pueblo se caracterizaron por su marcado patriotismo.
Sin proponérselo, observó Zurián, el gobierno porfirista fungió como liga entre los mexicanos del siglo xx y una historia que salía a flote y parecía tan lejana. “Inconsciente o no, se les ofreció la unidad negada a través de un periodo festivo que otorgaba la suspensión de las reglas y colocaba a sus asistentes fuera de las condiciones ordinarias de la vida”.
La investigadora apuntó que lo fastuoso del programa de festejos de 1910 hizo necesario dividir por temas el contenido de la exposición. Está conformada por alrededor de 30 fotografías del Archivo Casasola de la Fototeca Nacional del INAH en Pachuca; el resto del acervo como vestuario, álbumes, documentos y monedas, pertenecen al Instituto Mora, Biblioteca Nacional de Antropologia, Museo Cuauhnáhuac, Museo Nacional de Historia , la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez y colecciones particulares.
El primero de los temas, es el de las fiestas cívicas, los momentos emblemáticos de la patria que fueron celebraciones como la jura de bandera, el traslado de la pila bautismal del Cura Hidalgo al Museo Nacional, el homenaje a los Niños Héroes, a Hidalgo, a Leona Vicario, a la Corregidora, la inauguración del Hemiciclo a Juárez, entre muchos otros.
El segundo está dedicado a la Noche del Grito, la fiesta cívica por excelencia de los mexicanos el 15 de septiembre que coincidió con la mitad de todo el programa de festejos, así como con el cumpleaños de Porfirio Díaz, quien movió la fecha patria para que de alguna manera el pueblo lo festejara.Hay una serie de fotografías sobre el desfile histórico, para mostrar cuál era la concepción de la historia que se tenía en el Porfiriato y algunos datos sobre lo que fue este día.
El siguiente alude a la inauguración de la Columna de la Independencia, el 16 de septiembre; continúa con las inauguraciones de instituciones y edificios como el manicomio de La Castañeda (en Mixcoac), la Universidad Nacional, la Escuela de Altos Estudios, la colocación de la primera piedra del Palacio Legislativo (Monumento a la Revolución), el nuevo edificio del Ayuntamiento, de la Secretaría de Marina, de Relaciones Exteriores, la Normal Superior de Maestros, así como instituciones que hoy día son el puntal cultural de México.
Las dos últimas secciones se refieren a los invitados, a las colonias extranjeras que eran el poder económico establecido en el país (alemanes, franceses, belgas, rusos, españoles) que dieron gran impulso a la industria y promovieron muchos de los festejos, banquetes, concursos, actos de beneficencia; en síntesis, revela el poder económico de los extranjeros en México.
Más adelante, se habla de los visitantes extranjeros, particularmente representantes diplomáticos de 30 naciones que trajeron obsequios. Tal es el caso de Alemania que regaló la escultura del Barón de Humboldt, los franceses la de Luis Pasteur, los estadounidenses de George Washington y los japoneses el Museo del Chopo que sirvió de pabellón japonés en la exposición mundial.
La muestra cierra con una ambientación que recrea la gran cena-baile que tuvo lugar en Palacio Nacional el 23 de septiembre, en cuyo contexto se exhibe un vestido de época, monedas conmemorativas, un disfraz utilizado en una fiesta del Casino Español, una reproducción a escala del Angel de la Independencia, hemerografía, álbumes, memorias y objetos de uso cotidiano.
“Es una visión general de lo que fueron los festejos. No se ha tratado de dar desde el discurso una visión maniquea de si el Porfiriato fue bueno o malo. La intención es que el espectador se acerque y haga su propio juicio a través de los objetos y las fotografías que fueron muy imparciales, porque muestran un país moderno y cosmopolita, fincado en el ‘orden y progreso’; esto permite darse una idea de por qué se hizo la Revolución y que este programa de fiestas fue el corolario del régimen”, subrayó Carla Zurián.
La exposición El Centenario en México, permanecerá abierta hasta fines de marzo de 2010, en el Museo Casa de Carranza, ubicado en Río Lerma 35, colonia Cuauhtémoc.