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Generan sonidos de norte a sur con escala en el centro de la república, la tierra prometida para muchos de los que se dedican al ingrato oficio de hacer música contracultural en un país que aún carga con el lastre histórico de Siempre en domingo. Algunos luchan por tocar en festivales masivos, ser reconocidos en la calle e invitados a las fiestas; vivir el sueño glam del rock and roll. Otros más sensibles sólo quieren expresarse a través de guitarras distorsionadas, sintetizadores o letras contestatarias; algunos son simples noctámbulos solitarios, coleccionistas y hacedores de ruido que se juntan con otros admirables perdedores para intentar ser los nuevos héroes de la música nacional. Todos nacieron unidos por el mismo cordón umbilical: son mexicanos y hacen música que no es precisamente la que sus padres escuchaban en frecuencia am.
Previo a que la comunicación automática y las redes sociales llegaran a instaurar su mandato, los grupos de rock creaban fanzines, grababan casetes y se movían en una escena que buscaba ingresar al canal artístico de la ciudad de México. Gracias a esas cadenas pre-digitales, muchas bandas salieron del anonimato y se integraron a una escena que no contaba con recursos ni infraestructura para conseguir adeptos que financiaran un posible ascenso.
Hoy las cosas han cambiado. Ahora se puede tener una banda en el pueblo más recóndito de Quintana Roo, y con un poco de suerte y actitud, hacer que mucha gente la escuche. El problema es que esas formas de comunicación fortalecieron también la sobresaturación, provocando una oferta mucho mayor a la demanda.
Si bien no hay un lazo que determine qué estilos predominan en cada una de las regiones del país, es evidente que el medio ambiente y las costumbres de cada localidad influyen a la hora de crear un proyecto y lanzar la moneda al aire: ¿cara o cruz? ¿new wave o heavy metal? ¿urbano o jazz rock? La música folclórica de cada ciudad, delegación o municipio, por ejemplo, rara vez influye en el proceso de creación de una banda y en cómo ésta quiere sonar. Los atisbos de nacionalismo han quedado atrás; ahora un grupo de la parte más marginada de Colima puede sonar exactamente igual a uno de la zona más elitista de Monterrey porque ambos grupos escuchan prácticamente lo mismo. La pequeña diferencia estriba en que a la hora de adquirir equipo de sonido, los recursos económicos determinan si se compran un costoso sampler y hacen música electrónica o se decantan por hacer rock rupestre con una guitarra acústica y una armónica.
En el la ciudad de México encontramos un clima más diverso; desde el círculo que comienza en las colonias como La Condesa y termina en el estudio de algún tipo con muchos seguidores en Twitter. También continúa imparable el surgimiento de sellos independientes o colectivos que hacen noise convocando con ello un considerable número de fans. Igualmente existe una escena urbana, un movimiento punk, e incluso una escena black metal.
Por lo general, las bandas comienzan a contactar a integrantes de cada una de esas escenas buscando encajar, llegar a la capital y sumarse a estas efímeras corrientes artísticas. Mientras tanto, en algunas ciudades como Guadalajara, Cuernavaca, Puebla y Monterrey, florecen históricamente “movidas” y sellos autónomos que se mantienen dentro de su propio circuito generando cosas interesantes.Caso concreto el de la compilación del sello Soc-Sub, Antojitos Mexicanos, proyecto fundado en Cuernavaca por el músico Aletz Franco, que lleva varios volúmenes dedicados a difundir proyectos independientes extraídos de todo el país. Platicamos y analizamos este inexorable proceso de hacer música alternativa en México con algunas bandas y proyectos surgidos en diferentes rincones del país: de Veracruz a Coahuila, pasando por Oaxaca, Tijuana y la ciudad de México. Algunos son nuevos en el camino, otros llevan varios años forjando escena desde sus respectivas trincheras.Todos tienen el común denominador de entender desde su óptica individual la problemática de hacer arte y música carente de prejuicios.
ADVERTENCIA LIRIKA: LA CALLE GRITA
Mare y Luna son dos chicas oaxaqueñas que llevan varios años haciendo hip-hop. “Todo comenzó en el año 2003 cuando descubrimos que ningún otro medio funcionaba para comunicar esas ideas tan fuera de lo establecido que traíamos”, comenta Mare, “para mostrar una realidad que no es como muchos quieren ver.” Para ellas, en cualquier parte de la república es complicado hacer música alternativa y más si se trata de hip-hop, ya que la gente no está acostumbrada a darle valor a ese tipo de cosas, “piensan que hacer música es un hobby, pero es una profesión como cualquier otra.”
En las letras de Advertencia Lirika se enarbola un feminismo latente del que ellas reniegan: “Nunca hemos usado esa bandera; el feminismo no deja de ser sexismo”, afirma Mare, “todos los ismos son malos”. Dice Luna: “la igualdad de género y el respeto son la base de todo.”
Vivencias de su comunidad, tensión social, migración e igualdad de género, son los temas que se entrelazan en sus rimas y esas coordenadas que definen su sonido, fueron registradas exitosamente en el documental Xip-Xop Oaxaca, realizado por el videasta y defensor de los derechos humanos Simon Sedillo, en complicidad con el colectivo Manovuelta. El trabajo audiovisual retrata de manera visceral y efectiva la problemática actual de su estado y coloca a las chicas en la posición de activistas musicales: “No simpatizamos con el pop, solo tomamos sampleos y algunos aspectos de éste”, enfatiza Luna.
Con respecto al nacionalismo que muchas bandas han pretendido tomar como estandarte, las chicas comentan: “Hemos tratado de adaptar canciones y estilos de la música popular a lo nuestro, sin embargo nuestras letras abordan varias problemáticas sociales; el nacionalismo está totalmente ligado a lo social, así que creemos que a nuestra música en particular no le hace falta ese toque de folclor”, continúa Luna. A veces alguien les dice que son “raperas”, Mare aclara: “Hacemos xip-xop o hip-hop, lo cual es una cultura que envuelve al mismo rap, el djing y el grafiti en su conjunto, por lo tanto no somos simples raperas.” Sobre sus gustos e influencias prefieren mencionar proyectos a los que se sienten afines, como Rabia Rivera de Torreón, Coahuila; Padre Anderson, originario de Mérida, Yucatán; o Caballeros del Plan G, afincados en Gómez Palacio, Durango.
Actualmente, Luna vive en la ciudad de México. No nos dijo si era permanente su estancia, pero Mare, quien vive en Oaxaca, habla sobre el tema de emigrar a la capital: “Tiene sus ventajas y desventajas, como cualquier lugar; para mí es más una cuestión de actitud y esfuerzo; quien quiera hacer las cosas las hará donde sea.” Luna está de acuerdo y explica que no necesitaron venir antes a la capital para que las conocieran en sus inicios: “Después de todo, el centralismo es algo que todos nosotros impulsamos.”
El grupo cuenta con un cd independiente titulado Tres Reinas (llamado así cuando la agrupación se conformaba de tres integrantes). Además tienen material publicado para su libre descarga en internet.