Monumentos históricos y museos

La Casa del Artesano, fundada con la finalidad de preservar la actividad que da vida al pueblo. En cuanto a la arquitectura religiosa sobresalen la Iglesia de la Inmaculada Concepción edificada en el siglo XVII, el Templo de Nuestra Señora del Sagrario y el templo principal dedicado a Santa Clara de Asís fundado en el siglo XVI por las monjas clarisas el cual aún conserva su fachada original de estilo barroco.

     

Para descansar, nada mejor que sentarse en las bancas de cobre de la plaza principal, espacio público donde se encuentra un kiosco con techo de cobre y que resalta entre los techos rojos de las casas cercanas, sobre todo cuando es iluminado por los rayos del sol, además es escenario para diversos programas artístico-culturales.

 
A escasos 12 kilómetros de esta población, se localiza el Lago de Zirahuén, rodeado de pinos y de colorido azul profundo. Se caracteriza por ser un manto acuífero muy limpio, donde se pueden practicar diversos deportes como: tirolesa, cayac, barcos de vela, cuatrimotor, caballos, etc, cuenta con servicio de cabañas, restaurantes y lanchas para pasear en el lago.

La calzada adoquinada que parte de Santa Clara del Cobre es una magnifica opción para los amantes de la naturaleza. Aquí podrá practicar senderismo, ciclismo de montaña, paseos a caballo en el también llamado “rincón de agua verde”, donde es posible pasar la noche y acampar. Produce también excelente pescado blanco que se puede degustar en la población cercana.
 
 

Leyenda del Lago de Zirahuén

Cuenta la leyenda que este lago se formó por que en tiempos prehispánicos, la princesa más hermosa nacida en la región purépecha, hija de uno de los más poderosos caciques de esos señoríos, se enamoró del jefe de un ejército enemigo. Siendo correspondida, se hizo fuerte para defender esta relación ante todas las dificultades que le podía acarrear su inclinación.

Su padre, al enterarse, contuvo su ira y puso una condición al pretendiente para poder entregarla: “Pelear contra otros caciques enemigos”, a lo cual el guerrero, enamorado hasta la locura, aceptó el reto sin vacilar. Luchó contra los reinos vecinos, siempre saliendo vencedor. Cuando no quedó uno solo sin ser doblegado, regresó para exigir la otra parte del trato, la mano de la princesa.

El padre dijo: “Falta por vencer a un príncipe, el más vigoroso”. Ante la sorpresa reflejada en el rostro del príncipe, vencedor de todos los caciques vecinos, añadió: “A mí”. Dispuesto a la contienda, el joven guerrero se dispuso a pelear, pero la princesa interponiéndose entre ambos, pidió al amado que se fuera: “No quiero ser la causa de la muerte de ninguno de los dos. Si mi padre gana, te pierdo para siempre. Si tú sales vencedor, no me casaría contigo”. El joven aceptó su voluntad y se fue. No bien lo hizo, la princesa se desvaneció sintiendo que su cuerpo ardía y una telaraña húmeda envolvía sus cabellos.

Desesperada subió a un cerro a llorar. Su mirada se perdía a lo lejos con la esperanza de verlo de regreso. Él nunca lo hizo. Sus lágrimas eran tan pesadas y candentes que hicieron un pozo que se fue desbordando al paso de los días, ahogando a la princesa e inundando al pueblo que quedó cubierto por lo que ahora se llama Lago de Zirahuen.
Se dice que la enamorada aparece algunas veces en la superficie del lago en forma de sirena y ahoga a hombres que confunde con su obediente amor, mientras llora la ausencia de su amado...