Conaculta
Patrimonio Cultural y Turismo Imagen cuaderno

PATRIMONIO CULTURAL, MUSEOS Y TURISMO EN MÉXICO, TRAYECTORIAS Y ENCUENTROS.

Luisa Fernanda Rico Mansard.

I.
La globalización de los últimos años ha provocado, simultáneamente y en contraparte, movimientos sociales para buscar el rescate de lo propio y confirmar las identidades locales. El equilibrio oscila, así, entre el pasado y el presente, entre “lo ajeno” y “lo que es propio”, entre la otredad y los elementos culturales que identifican a las personas con la comunidad a la que pertenecen. Si bien los aspectos históricos y naturales han sido componentes que tradicionalmente han distinguido a todo grupo social, hoy la mirada se enfoca también a lo multidisciplinario y multicultural, hacia la revalorización de las tradiciones y costumbres latentes en cada pueblo para amalgamarlas con la historia y la naturaleza de cada lugar, así como para dar vida e imprimir un sello de distinción a los diferentes grupos sociales.
Este fenómeno aparece en el siglo XX después de la segunda Guerra Mundial, por la enorme destrucción de personas y bienes patrimoniales. A partir de entonces se busca garantizar la vida de los seres humanos y los bienes creados por ellos mismos. En consecuencia, las ideas de patrimonialización y las estrategias de preservación de los bienes culturales toman gran auge, no sólo para reforzar y consolidar los movimientos de identidad social, sino también para darlos a conocer ampliamente a propios y extraños.
La revalorización y conservación de los bienes tangibles se expresa simultáneamente a través de dos grandes vertientes: la rehabilitación de los lugares de origen (como espacios naturales, zonas arqueológicas, sitios con valor histórico, artístico, etc.), y la musealización de piezas, artefactos y edificios, acciones que con el tiempo generarán e incrementarán las ideas de patrimonio local, nacional, de la humanidad, y que cambiarán las premisas de uso social en beneficio de un público siempre más amplio. Cada país se ha movido en esta dirección. La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), ha sido un motor determinante en la promoción, preservación, capacitación y desarrollo de acciones locales e internacionales para la conservación y el fomento del uso sustentable del patrimonio. La Carta de Venecia,1 la Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural,2 así como la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial,3 entre muchos otros tratados, ponen sobre la mesa la discusión, análisis y la problemática a nivel general, para impulsar medidas regionales y locales. La UNESCO, a través de la creación, en 1946, del Consejo Internacional de Museos (Icomos) ha trabajado activa y comprometidamente con los requerimientos museales de los países como ha ocurrido con el comité nacional mexicano.
El turismo alcanza también un gran auge debido, entre otros factores, a la modernización de los medios de transporte, a la reordenación de las jornadas laborales con sus días de asueto, lo mismo que los periodos de vacaciones prolongados y las ideas en torno al ocio y el tiempo libre. En 1925 se lleva a cabo el Congreso Internacional de Asociaciones Oficiales de Tráfico Turístico, antecedente inmediato de la actual Organización Mundial de Turismo (OMT) fundada en 1974, con el propósito de impulsar profesionalmente la actividad y establecer acuerdos comunes entre los países integrantes del organismo. En 2003, la OMT se convierte en organismo especializado de las Naciones Unidas, con lo que reafirma su papel protagonista en el turismo internacional.
Si desde los siglos XVIII y XIX el fenómeno turístico había comenzado a expresarse en su preferencia por lugares alejados, exóticos o raros, en donde el viajero podía encontrar otras culturas y ambientes, hacia los años cuarenta del siglo pasado se crea un indisoluble eslabón entre patrimonio y turismo, hasta reconocer hoy la dependencia entre uno y otro, y comprobar que no puede haber turismo sin patrimonio, como tampoco patrimonio sin turismo.
Un resultado de este desarrollo patrimonial es la musealización de la cultura material y la reconceptualización del museo como atractivo turístico, pues independientemente de sus temáticas y la forma de exhibirlas, continúa siendo el repositorio por excelencia de lo más significativo y preciado de cada lugar. El museo es una institución que, sin perder sus funciones originales de custodio, preservador, exhibidor, educador y comunicador, ha tenido siempre la capacidad de renovarse y reinterpretarse conforme a las teorías y técnicas de cada momento, lo que lo convierte en uno de los establecimientos más activos y dinámicos dentro de la oferta cultural y, consecuentemente, de visita obligada para todo turista. En la actualidad, su gran riqueza y versatilidad radica en que por tener a su cargo las piezas originales y estar simultáneamente en la posibilidad de jugar con lo virtual, puede estrechar los extremos entre tradición y modernidad, educación y comunicación, lo ritual y lo lúdico, por medio de una serie de actividades que le son afines y que lo transforman en un centro cultural ideal para una sociedad que no conoce fronteras.

II.
En 1910, con los festejos del Centenario de la Independencia de México, se demostró el impacto social de una historia revalorizada y puesta en escena a través de zonas arqueológicas, museos y exposiciones. Estas fiestas, además de cumplir con su función histórico-política, atraen a muchos visitantes locales, al igual que a viajeros extranjeros. El interés por activar la economía y atraer la inversión externa, así como por abrir un México moderno al resto del mundo, conlleva la necesidad de ofrecerlo también como un destino de viaje, habilitando sus espacios naturales y culturales como atractivos turísticos.
En los años posteriores al movimiento revolucionario se retoma nuevamente esta inquietud, con la clara idea de promover a un visitante potencial: al turista, que atraído hasta entonces por los innumerables enigmas del mundo prehispánico, ahora se espera convertirlo en un importante consumidor cultural, que considere a México como destino turístico y venga a disfrutar de su amplia gama patrimonial.
De ahí que la política cultural mexicana referente a las colecciones y los museos caminara muy de la mano con las primeras acciones en materia turística. En 1929, al mismo tiempo que se crea la Comisión Mixta Pro-Turismo, encargada de proponer y ejecutar todos los sistemas y procedimientos tendentes a fomentar y desarrollar el turismo en el país,4 se lucha por la autonomía universitaria que, entre muchas cuestiones de vital importancia y trascendencia, conlleva una reorganización administrativa de las colecciones de arte, historia, arqueología y etnografía.5 Separadas éstas del dominio académico, su reconceptualización y ordenación responderán ahora también a intereses educativo-recreativos más generales, así como a las necesidades de los nuevos visitantes.
Poco después se vuelve necesario crear un organismo nuevo que aglutine y coordine el rescate, el control, la rehabilitación, el uso, la enseñanza y la difusión del patrimonio histórico, lo que da cabida a la creación, en 1939, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).6 Al mismo tiempo y en materia turística, el Consejo Nacional de Turismo, descendiente directo de la Comisión Mixta Pro-Turismo, se ocupa de promover y supervisar las prestaciones turísticas que las guías y agencias particulares vienen ofreciendo, así como de analizar y fomentar la actividad turística a nivel regional a través de la organización del Segundo Congreso Interamericano de Turismo.7
Con estas primeras acciones cada dependencia, dentro de su propio marco de acción, intenta armar una plataforma teórica, administrativa y operativa que le permita consolidar y proyectar su actividad para vincularla con actividades afines. En materia de museos, no fue sino hasta la década de los cuarenta que comienza a definirse una estrategia museal por parte del Estado, así como su vinculación con el sector turístico. Vienen a apuntalar este movimiento los trabajos que desde 1942 desarrolla el Seminario de Cultura Mexicana, que destacan la diversidad de nuestro patrimonio cultural.
En 1944 se inicia la reestructuración museal del país, con la creación del Museo Nacional de Historia en el Castillo de Chapultepec. La importancia histórica del edificio (residencia de gobernantes como el emperador Maximiliano y Porfirio Díaz, la defensa del recinto por los Niños Héroes durante la invasión norteamericana), y el añoso bosque (tradicional lugar de diversión y esparcimiento de la sociedad mexicana) se conjugan para presentar por primera vez la Historia de México desde 1521 al presente, separada del pasado prehispánico. Las opciones del viajero hasta entonces habían sido muy restringidas, ya que se reducían a varios conventos en proceso de restauración y adaptación museográfica, algunos de ellos recientemente transformados en museos regionales.8 Esta reestructuración museal convirtió al antiguo Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, todavía en la calle de Moneda, en Museo Nacional de Antropología.

En materia de museos de ciencias y artes, los avances se dan más lentamente debido a que la concepción y el uso de estas colecciones mantienen durante mucho tiempo un sentido académico-universitario, heredado de los siglos XVIII y XIX. No obstante, el Museo de Geología (en Santa María la Ribera), el Museo de Historia Natural (en el edificio del Chopo) y el antiguo Museo de Flora y Fauna (ubicado en el espacio que hoy ocupa el Museo de Arte Moderno), marcan desde su creación, a principios del siglo XX, la impronta del museo de ciencias abierto para todos, mientras que las pinturas en pequeño formato (entonces ubicadas en las galerías de la antigua Academia de San Carlos y en las salas del recién inaugurado Palacio de Bellas Artes )9, aunque de magistral factura artística, no logran consolidarse todavía como una institución museográfica durante una época por demás difícil, ya que tienen que enfrentarse a la majestuosidad del muralismo mexicano, cuyo renombre, para entonces, ya traspasa las fronteras.
La política cultural y de internacionalización del gobierno alemanista abre expresamente un rubro especial partiendo del patrimonio y su promoción en el sector turístico:

La conservación del patrimonio cultural y la fisonomía mexicana es un factor al que hay que darle continua atención, no sólo por la igualdad nacional sino porque el viajero busca y goza las modalidades peculiares del país que visita[...]10

Tal consideración otorga un apartado especial a su programa de gobierno, en el que se confirma la promoción del patrimonio bajo la categoría de turístico.11
Los intereses del gobierno alemanista se conjugan exitosamente con las actividades de la UNESCO, y se cubren todos los requerimientos necesarios para organizar en nuestro país su primera reunión foránea.
Para esta ocasión, tal y como sucediera previamente con el patrimonio histórico, se define una estrategia cultural en materia de arte, con la creación del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) en 1946, hecho que queda muy ligado a la Segunda Conferencia General de la UNESCO que se lleva a cabo en la Ciudad de México en noviembre de 1947.
Las comisiones de museos y de turismo fueron las más activas durante la Conferencia General, destacándose, entre otros puntos, la necesidad de vincular las dos áreas. Pero además de las discusiones a favor de la profesionalización de estas especialidades, en el ambiente cultural mexicano flotaba ya la necesidad de una renovación: en cuanto a la museografía, se da la reorganización de las salas del Museo Nacional de Antropología y de las galerías del Palacio de Bellas Artes para convertir estas últimas en Museo Nacional de Artes Plásticas; y en materia turística se expide la ley que crea la Comisión Nacional de Turismo para conocer y resolver los problemas en torno al turismo nacional y extranjero. Son célebres, por aquellos años, los folletos impresos en español e inglés que se reparten gratuitamente para fomentar el turismo, que incluyen, entre otros aspectos culturales, una guía general de museos, monumentos y galerías de arte: dan cuenta de que al iniciarse los años cincuenta, la Ciudad de México tiene ya gran variedad de museos útiles para iniciar el turismo cultural.
En el ámbito de la estética se promueven el Museo Nacional de Artes Plásticas, la Galería de la Plástica Mexicana, la Galería de San Carlos y las Galerías de Arte Nuevas Generaciones. Entre las galerías con muestras temporales y fines comerciales destacan, entre otras, la José Clemente Orozco, la Velásquez, El Cuchitril, El Eco, Excélsior y la de Arte Contemporáneo. En cuanto a arqueología e historia, sobresalen los ya mencionados Museo Nacional de Antropología y el Museo Nacional de Historia, el Museo Histórico de Churubusco, el Museo Histórico de la Casa de Venustiano Carranza, el Museo Colonial de El Carmen, el Museo del Colegio de las Vizcaínas, los ex conventos de San Agustín Acolman, Tepotzotlán y Culhuacán, y los religiosos de Nuestra Señora de Guadalupe y el Museo de Arte Religioso y del Tesoro Artístico de la Catedral de México. Dentro del área de ciencias: el Museo de Geología, el Museo de Historia Natural, el Museo de la Flora y Fauna y el Museo de Higiene. También se promueven el Museo Postal, la Galería Taurina, el Museo Nacional de Pedagogía, el Museo Tecnológico Industrial y, con visos etnográficos, el Museo Nacional de Artes e Industrias Populares y el Museo Etnológico de Figuras de Cera. Sobresale en esta época, por su novedad conceptual, el Museo Local de Cuicuilco, preludio de lo que posteriormente constituirá la serie de museos de sitio.
El otro parteaguas en el ramo turístico y la museografía de México, se da en los años sesenta. Comienza la profesionalización del primero através del Consejo Nacional de Turismo, que aglutina a las asociaciones y las escuelas dedicadas a los servicios hoteleros, turísticos y gastronómicos, y también —y sobre todo— al Instituto Mexicano de Investigaciones Turísticas, organismo encargado de estudiar la situación turística del país a fin de mejorarla e incrementarla.12 En cuanto a la segunda, la inauguración del actual Museo Nacional de Antropología en el bosque de Chapultepec (1964) no sólo representa la inserción de México dentro de una museografía didáctica de vanguardia a nivel internacional, sino también la creación de un atractivo ineludible para todo viajero, sea doméstico o extranjero. La relación entorno-edificio-museografía se logra con tal maestría que convierte al edificio y sus alrededores en visita obligada. En palabras de sus constructores, uno de los propósitos de este museo sería hacerlo tan atractivo que los turistas estuvieran invitados a quedarse un día más en la Ciudad de México expresamente para visitarlo.13
La visión museal de aquel año se complementa con otros temas a través de los museos de Historia Natural (antes en San Cosme y ahora en Chapultepec), de Arte Moderno (Chapultepec), el Museo Nacional del Virreinato (Tepotzotlán, Estado de México) y el Museo de la Ciudad de México (Centro Histórico, en el Distrito Federal), plataforma para saciar a un exigente turismo cultural. De aquí surge también un nuevo impulso para los museos regionales y los museos de sitio.
Los Juegos Olímpicos de 1968 demuestran el potencial del país para organizar grandes eventos internacionales, así como la capacidad de México para brindar buena atención al turista. Además de la Olimpiada Deportiva, la Olimpiada Cultural también se expresa en calles y plazas públicas a través de eventos artísticos y exposiciones temporales, por lo que los museos no pueden quedarse atrás. Uno de los hechos más trascendentes se da con el impulso a las artes plásticas, que abre una sede hermana destinada al arte académico en el nuevo Museo Nacional de San Carlos.
El de 1972 es un año muy significativo para el patrimonio y los museos, así como 1974 lo es para el turismo tanto a escala mundial como nacional. Por un lado, la aprobación de la antes mencionada Convención de la UNESCO para la preservación del patrimonio en todo el planeta; en segundo término, la verificación de la célebre Mesa Redonda en Santiago de Chile que declara la urgencia de romper con el paradigma tradicional de museo, a fin de concebirlo como institución activa e integral; y, finalmente, la aprobación, en México, de la Ley Federal sobre Monumentos Arqueológicos, Artísticos e Históricos, actualmente en vigor,14 son hechos que reubican al patrimonio en general y el musealizado en especial, en una dinámica social diferente. Una de las consecuencias tangenciales de esta medida se verá pronto reflejada en el INAH, principalmente a través de los programas de museos escolares y museos comunitarios.
En 1974, a la vez que la Organización Mundial de Turismo (OMT) se consolida como organismo dependiente de las Naciones Unidas, afianzando su presencia internacional, en México la búsqueda de una política integral y coordinada entre los distintos agentes de la administración pública lleva, entre otros resultados, a la creación de la Secretaría de Turismo (Sectur) a fin de que arme y dirija una política turística a nivel nacional.15 La trilogía patrimonio cultural-museos-turismo no sólo da cuenta de la necesidad del país de integrarse al movimiento turístico cultural mundial, sino también la de actualizarse en cuanto al uso y el cuidado de su riqueza nacional con acciones que garanticen su preservación futura.
En virtud de que el turismo local y el extranjero están en proceso de aumento progresivo, resulta necesario propiciar acercamientos entre los investigadores y especialistas en la preservación del patrimonio cultural y natural, y los planeadores de los servicios turísticos. Se coloca, pues, la postura académica frente a la comercial, con miras a construir lenguajes y entendimientos comunes que puedan entrelazar ambas actividades sin obstruir los intereses de cada sector.16
Estos temas se discuten también en la XII Conferencia General que el Consejo Internacional de Museos (ICOM) organiza en la Ciudad de México en 1980. El museo rompe con la postura tradicional y comienza a concebirse desde la perspectiva de la nueva museología, respetuosa de la cultura del lugar, dispuesta a presentar distintos discursos museológicos, al servicio de diferentes públicos y abierta a interpretaciones multidisciplinarias, ideas que se engarzan exitosamente con el surgimiento de nuevos agentes culturales, provenientes especialmente de la iniciativa privada.
En consecuencia, irrumpen nuevos temas y conceptos que, de igual forma que transforman al antiguo Museo de Churubusco en el nuevo Museo Nacional de las Intervenciones (1982) y revalorizan la obra pictórica de artistas mexicanos para disponerla brillantemente bajo un nuevo discurso en el Museo Nacional de Arte (Munal), también dan cabida a la creación del Museo Franz Mayer tres años después, por mencionar sólo algunos ejemplos de una acción museal que se extiende a nivel nacional.
En las zonas arqueológicas más importantes, el museo de sitio también se transforma, a través de arquitecturas integradas al lugar y de diseños museográficos de vanguardia, en un atractivo por sí mismo. Los museos de ciencia se modernizan con las nuevas tecnologías, para convertirse en museos interactivos, lo que produce en pocos años cinco generaciones de museos científicos que hoy se ubican en varios estados de la República. Al cerrar el siglo, las ideas de ecomuseos y de museos comunitarios también influyen en los de corte tradicional, por lo que muchos de éstos cambian sus discursos expositivos por otros más novedosos, más multidisciplinarios e incluyentes, con perspectiva multicultural. De esta manera crece considerablemente la tipología de museos, su organización y funcionamiento, a la vez que empiezan los servicios especializados al público.
El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) señala que el abanico museal se compone en la actualidad por cerca de mil 200 establecimientos, muchos de los cuales integran redes institucionales como el INAH y el INBA, así como los de diferentes universidades. Cabe resaltar que aunque su promoción depende en gran medida de sus propios recursos o de las instancias a las que están adscritos, constantemente salen a la luz programas radiofónicos, televisivos y editoriales, sobre cada uno de los estados de la República, que ofrecen un panorama cultural y museístico a nivel federal.
Aceptadas las ideas de educación informal y de animación sociocultural en los espacios patrimoniales, el museo se concibe desde los últimos años más allá de su función educativa para volverse un lugar de entretenimiento social. La formalidad ritual del museo cede paso a los aspectos lúdicos y de intercambio social y, sin desmérito de su función educativa original, se enriquece enormemente también por su valor comunicativo. Surgen así la eduversión o el edutenimiento como paradigmas emergentes de la actividad museística, mismos que permiten incluir específicamente al turista en el mundo de los museos, ofreciéndole una experiencia museográfica más activa, más placentera y más completa.17
III.
Estudios como el Perfil del Turista que visita la Ciudad de México 2004-2005, presentados recientemente, destacan que tanto el turista nacional como el extranjero manifiestan una gran preferencia por el turismo cultural y, dentro de éste, por los museos.18 Sin embargo, cabe señalar que si los museos mexicanos siempre han constituido una prioridad para el turista por la originalidad y diversidad del patrimonio musealizado, al igual que por las arquitecturas y diseños museísticos, es apenas a últimas fechas que se han convertido en foco de atención especial desde dos perspectivas distintas: como visitante y como nicho de mercado. En el primer caso, a consecuencia de los recientes análisis del público de museos, que conciben al turista como una audiencia específica, con características propias y necesarias de atender de forma expresa. En el segundo, para que las visitas a los museos queden incluidas dentro de los programas de turismo cultural.
Si bien el cruce entre ambas perspectivas implica mejorar el servicio turístico (tener turistas plenamente satisfechos, propiciar el incremento de divisas en el país y fomentar el desarrollo sustentable), en este siglo XXI también es recomendable retomar una tercera mirada, la mirada patrimonial del turista cultural en un sentido social, no considerado sólo como consumidor, sino también como revalorizador y preservador del propio patrimonio.
Más que limitarnos en cuantificar la afluencia turística a los museos, en la actualidad se impone el impulso del museo como centro cultural, al igual que acercamientos al turista en un sentido antropológico; el museo no sólo visto como una alternativa de visita más, sino como el núcleo de donde parten experiencias turísticas originales. Pueden plantearse actividades turísticas relacionadas específicamente con los museos ya sea por tema, por región, por rutas, por características museográficas, por fechas, por fiestas, por actividades específicas, etcétera, así como por tipología de turistas, o implementar la relación pull-push de los atractivos turísticos, en donde el museo sea el primer elemento de atracción y, a partir de éste, se ofrezca otra gama de atractivos turísticos,19 tangibles e intangibles, más.
Partir de la idea del museo como centro cultural y lugar de encuentro para el turista, implica valorar de mejor forma sus actividades y proponer nuevas, según las expectativas, los intereses y las satisfacciones reales de los visitantes. Esto requiere de análisis cualitativos específicos, de corte multi y transdisciplinario, que si bien necesitan tiempo y personal dedicado específicamente a ello, se convierten en indispensables para poder elevar el nivel de competitividad de nuestra oferta museal y nuestro turismo cultural. Confirmar la premisa de que no puede haber turismo sin patrimonio, como tampoco patrimonio sin turismo, significa abrirse a una nueva realidad sobre los usos del patrimonio, lo que obliga a entablar comunicación entre académicos y preservadores del patrimonio y crear lenguajes comunes entre patrimonología y turismo. Sobre todo, también es fundamental considerar al propio turista como un patrimonio social.

Bibliografía complementaria
Ballart Hernández, Joseph, El patrimonio histórico y arqueológico: valor y uso, Ariel, Barcelona,
1997.
Ballart Hernández, Joseph y Jordi Juan i Tresserras, Gestión del patrimonio cultural, Ariel, Barcelona, 2001.
Gertz Manero, Alejandro, La defensa jurídica y social del patrimonio cultural, FCE (Archivo del
Fondo, Núm.74), México, 1976.
López Zamarripa, Norka, Los monumentos históricos arqueológicos. Patrimonio de la Humanidad en el Derecho Internacional, Porrúa, México, 2001.
Museos y arte de México, la primera Revista de América en su Género (V-7,1) julio de 1953, México.
Rico Mansard, Luisa Fernanda, “Museos mexicanos, usos y desusos”, El Correo del Maestro 8-93, febrero de 2004, p. 23-43.
Rico Mansard, Luisa Fernanda y José Luis Sánchez Mora, Icom-México. Semblanza retrospectiva, Conaculta, México, 2004.

Luisa Fernanda Rico Mansard es académica, promotora de la línea de investigación Patrimonio y Turismo en la Universidad Intercontinental y coordinadora del Grupo de Investigación Museológica en la Dirección General de Divulgación de la Ciencia (DGDC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

1 Precisa las medidas de conservación y restauración de edificios y lugares históricos y artísticos. Expedida en 1964.

2 Suscrito en París en noviembre de 1972, para los Estados Unidos Mexicanos entra en vigor el 23 de mayo de 1984.

3 Aprobada por la UNESCO en 2003.


4 Jorge Olivera Toro, Legislación y organización turística mexicana, Editorial Porrúa, 2a edición, México, 1977, p. 13.

5 Ley Orgánica de la Universidad Nacional Autónoma de México, 5 de junio 1929.

6 Inicialmente comprendió la Dirección de Monumentos Prehispánicos, Dirección de Monumentos Coloniales y el Museo de Arqueología, Historia y Etnografía.

7 Jorge Olivera, Op. Cit., p. 19.

8 SEP, La obra educativa en el sexenio 1940-1946, SEP, México, 1946, p. 237.

9 Inaugurado en 1934, en sus salas albergó por corto tiempo al Museo de Artes Plásticas.

10 III Conferencia, Acapulco, Guerrero, 11 septiembre 1945, Conferencias de Mesa Redonda, México, Talleres Gráficos de la Nación, p. 62, en Alma Yuridia Rangel Güemes, Creación del Museo Nacional de Artes Plásticas. Una estrategia político cultural en el gobierno de Miguel Alemán. 1947, tesis en Historia, México, FFyL-UNAM, por presentarse.

11 Ibíd., p. 67.

12 Jorge Olivera, Op. Cit., pp. 30-32.

13 Luisa Fernanda Rico Mansard, “Una mirada turística al Museo Nacional de Antropología”, en Revista Intercontinental Ducit et Docet de Investigación (IV, 1), México, 2003, p. 38.

14 Antecedente inmediato es la Ley Federal del Patrimonio Cultural de la Nación (1970).

15 Alfonso de Jesús Jiménez Martínez, Turismo. Estructura y desarrollo, MCGraw-Hill, México, 1993, p. 129.

16 Véase Sergio Raúl Arroyo García, “Reflexiones sobre el patrimonio cultural de México”, en AA. VV., Patrimonio Cultural y Turismo, Cartografía de Recursos Culturales de México (Cuadernos 8), Conaculta, México, pp. 111-117.

17 Véanse las obras de la editora inglesa Eilean Hooper-Greenhill.

18 Proyecto Perfil del Turista que visita la Ciudad de México, 2004-2005. En promedio, los museos quedan ubicados en el 4° lugar. Análisis presentado por la Universidad Metropolitana y la Secretaría de Turismo del Gobierno del Distrito Federal, 28 febrero de 2006.

19 Véase Norma Polovitz Nickerson, Foundations of Tourism, Prentice Hall, New Jersey, 1996.


 


 

PRESENTACIÓN
REVISIÓN HISTÓRICA DEL TURISMO EN MÉXICO
Down Mexico way. Estereotipos y turismo norteamericano en el México de 1920
Ricardo Pérez Montford

El turismo en México: la ruta institucional (1921-2006)
Jimena Mateos

Carreteras y turismo: Caminos del desarrollo sustentable
Cristina Padilla Dieste

Patrimonio cultural, museos y turismo en México. Trayectorias y encuentros
Luisa Fernanda Rico Mansard

TURISMO Y PATRIMONIO CULTURAL
Turismo cultural en las ciudades mexicanas patrimonio mundial
Alma Tapia Ibarra

Patrimonio cultural y turismo en Morelia
José Luis Rodríguez García

IMPACTO DEL TURISMO
El impacto del turismo en el patrimonio cultural
Abraham Broca Castillo

El impacto del turismo en las expresiones artesanales de Yucatán
Luz Elena Arroyo

CAMINOS POR ANDAR
Xochimilco: ¿Un atractivo turístico con destino saludable?
Ciro Caraballo

La gastronomía como destino turístico
Edmundo Escamilla
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Patrimonio cultural en Michoacán. Celebración del Día de Muertos
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Turismo alternativo y reservas naturales
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El turismo por motivación religiosa en México. El caso de San Juán de los Lagos
Silvano Ruezga Gutiérrez
Rogelio Martínez Cárdenas

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