Mediante
la operación de diversos mecanismos de colaboración
entre las instituciones federales, estatales y municipales,
el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes consolidó
una política de desarrollo cultural regional, en un
marco de corresponsabilidad y de respeto a la diversidad que
caracteriza a la nación. En los últimos años,
la política cultural fincó en el desarrollo
regional una de sus principales expectativas, ya que, a pesar
de la riqueza de expresiones artísticas y culturales
existentes en la República, se carecía de las
condiciones idóneas para su reconocimiento y expansión,
así como para propiciar igualdad de oportunidades a
las comunidades de cada entidad y su mutua influencia e intercambio.
Desde esa perspectiva, la descentralización de bienes
y servicios se convirtió en la base para alcanzar un
desarrollo
equilibrado. Gracias a esta visión integral, se otorgaron
mayores estímulos a los creadores a nivel estatal y
se dio impulso a la difusión de las expresiones regionales,
así como al fortalecimiento de la infraestructura cultural
sin la cual no era posible un progreso equitativo.
Con
esta nueva noción, en los 31 estados del país
se asumió que los programas culturales eran responsabilidad
compartida del ámbito federal, estatal y municipal
y por ello los mismos respondieron a las necesidades que cada
entorno demandaba.
A este propósito contribuyó, junto con otros
organismos, la Coordinación Nacional de Descentralización,
creada a partir de la instalación del Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes en 1988, y que tomó en
cuenta las experiencias adquiridas en diferentes dependencias
de lo que fuera la Subsecretaría de Cultura de la Secretaría
de Educación Pública.
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