a México llevar a cabo, en los últimos cien años, la valoración y la revaloración de su incalculable riqueza cultural, a la que el propio siglo xx amplió tan considerablemente con su propia creación. Este proceso valorativo imprimió su sello en este periodo: nunca antes, como en él, había sido rescatada, del olvido, el abandono y en muchos casos de una casi inevitable desaparición, tal cuantía de vestigios, testimonios y valores culturales en losque el país ha ido reconociendo, cada vez con mayor precisión,los rasgos de su verdadero rostro y los trazos más profundos de su historia y su identidad.

Hoy este proceso continúa y permite hablar del redescubrimiento de sí mismo que México sigue llevando a cabo. Desde las exploraciones de Palenque hasta el salvamento de la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, la recuperación del Palacio Nacional y la restauración del Alcázar del Castillo de Chapultepec; desde la restauración del Convento de Santo Domingo de la ciudad de Oaxaca hasta la renovación del Museo Nacional de Antropología y el Museo Nacional de Historia; desde el impulso a la arqueología y la investigación histórica hasta el aliento al vasto conjunto de las artes; desde la preservación de las lenguas indígenas hasta el fomento de sus expresiones literarias; desde la protección del patrimonio material hasta la valoración y el fomento de todas las manifestaciones del patrimonio intangible, hallamos a nuestro alrededor innumerables indicios del empeño de los mexicanos por conservar, acrecentare interpretar nuestra cultura: lo que hemos querido ser y lo que somos.

Como en un pasado distante y como en el más reciente, uno de los principales cauces de este autoconocimiento y de esta expresión de la sociedad mexicana es el que abren la política y la acción culturales. Política y acción que como vértice que han sido de las inquietudes, las visiones de la realidad, las propuestas y los esfuerzos de los artistas, los intelectuales, los hombres de ciencia, los maestros, los trabajadores de la cultura, los filántropos, las instituciones y la sociedad en su conjunto no han dejado de reflejar las profundas transformaciones experimentadas por el país en los últimos años y de adaptar su larga y riquísima tradición en México a las nuevas necesidades de la sociedad mexicana y al cambiante escenario del mundo contemporáneo.

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