especializados,
así como promoviendo la acción convergente de
las instituciones estatales y municipales de cultura, respetando
la libertad y la autonomía de estados y municipios.
Política
cultural como política de Estado
Este
principio de preservación y continuidad de las instituciones
y medios creados por el país para promover su desarrollo
cultural, obedece a lo que es una de las principales características
de la políticacultural mexicana: el poder ser considerada
como una política de Estado.
Puede
decirse que las variaciones y diversos acentos que ha ido
recibiendo de los distintos gobiernos, no han sido tan profundoscomo
para poder verla como una tradicional política de gobierno,
sino como una política de Estado cuyos principios y
objetivos esenciales han prevalecido independientemente de
los cambios políticos y administrativos.
Este
tipo de política cultural tiene de hecho sus orígenes
en los del mismo Estado nacional mexicano, con el marco educativo
de la Constitución de 1824 y la creación del
Museo Nacional en 1825, y con sucesivas experiencias en el
campo de la protección del patrimonio, la educación
artística, el mecenazgo de las artes y la difusión
cultural, hasta culminar con la creación de la Secretaría
de Instrucción Pública y Bellas Artes en 1905,
primera formulación explícita y articulada de
una política cultural, y la reinauguración de
la Universidad Nacional en 1910, obras ambas de Justo Sierra.
De
hecho, es también un logro reconocido del Estado mexicano
que surgió de la Revolución de 1910, movimiento
que, entre otras muchas cosas, significó una revaloración
del pasado prehispánico, de las tradiciones de los
grupos indígenas y de las masas campesinas y populares
y del proceso de mestizaje que dio origen a la identidad nacional.
A partir de este reconocimiento, se fue desarrollando toda
una legislación para la protección del patrimonio
cultural; se fundaron instituciones encargadas de rescatar,
conservar, estudiar y difundir este patrimonio; se inició
una cruzada educativa con un fuerte sustento en las prácticas
y medios de la divulgación cultural, como el libro
y la lectura; y se dio aliento y apoyo al movimiento cultural
y artístico nacionalista y revolucionario que en las
primeras décadas del siglo xx profundizaría
y proyectaría la identidad cultural de México.
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