La Orquesta Sinfónica Juvenil de México ofreció un promedio de 31 conciertos anuales. Carteles: SNFM

 

 

 

 

 

De manera paralela a los propósitos trazados en el campo de las orquestas, se procuró constituir la columna vertebral del movimiento coral de nuestro país, alentar su formación y consolidación, y dar paso a una red nacional que repercutiera en la difusión y afianzamiento de esta expresión artística entre la sociedad.

Particular atención mereció en estos años el enriquecimiento de los acervos de obras corales, especialmente de compositores mexicanos, mediante la investigación y el fomento a la composición.

El número de coros afiliados pasó de 48 en 1995 a 484 en el 2000. El número de integrantes, en el mismo lapso, creció de 1354 a 11550 personas que cantaron en numerosos conciertos ofrecidos anualmente en todo el país.

Punto neurálgico de todo este proceso fueron los centros de estudios corales. En ellos se preparan tanto los cantantes de coro, como sus directores, quienes perfeccionan su técnica y amplían su repertorio. En 1998 abrieron sus puertas en los estados de Nuevo León, Jalisco, Tabasco y Yucatán.

En 1999 aumentaron a trece, cuyas sedes se ubicaron en Baja California, Baja California Sur, Sonora, Morelos, Querétaro, Tamaulipas, Sinaloa y Sonora. De estos centros han egresado 455 nuevos directores, quienes a su vez continúan formando nuevos coros y elevando la calidad de los que ya tenían bajo su responsabilidad.

Los talleres y simposios organizados desde 1998, propiciaron, sobre todo, la participación de profesores de escuelas primarias y secundarias que tienen a su cargo coros escolares, ya que encontraron en estas actividades académicas la oportunidad de actualizar sus conocimientos y el contacto con profesionales de la especialidad.

El método Cantemos juntos, diseñado en esta área, tuvo gran demanda como material didáctico para la integración de coros en las escuelas primarias del país. Del mismo modo, la Guía coral universitaria constituyó un magnífico apoyo en las instituciones de enseñanza superior, en las que se detectó un creciente interés en formar grupos corales.

Para estimular la creación y premiar el talento de los compositores, se organizaron, desde 1997, concursos nacionales de arreglo coral, de composición coral y de composición coral infantil, cuyo objetivo fue, también, enriquecer el repertorio disponible para estas agrupaciones.

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