Uno
de los sentidos básicos del trabajo del conaculta en
este periodo ha sido el de consolidar el organismo como un
aparato eficaz para canalizar los intereses de la sociedad
mexicana. En ocasiones se ha expresado la opinión de
que un aparato institucional en materia de cultura contiene
el germen de su anquilosamiento y burocratización.
La práctica internacional más frecuente en cambio,
ha sido la de crear instituciones nacionales que atiendan
la política cultural a través de ministerios,
subsecretarías o consejos. Su importancia es tal que
para algunos investigadores la ausencia de una institucionalidad
cultural es sinónimo de la ausencia de una política
estatal de cultura.
La
experiencia mexicana en este sentido ha ido a la vanguardia
de muchos países latinoamericanos pues desde muy temprano
en este siglo el país constituyó ejemplares
organismos culturales de renombre internacional. Con la transformación
de la Subsecretaría de Cultura en Consejo Nacional
para la Cultura y las Artes en 1988, se dio un cambio notable
en la institucionalización del sector cultural en México.
Se adoptó un modelo intermedio entre una galaxia de
instituciones dispersas y una secretaría específica
responsable del área. La experiencia no fue nueva en
el mundo pues varios países del norte de Europa como
Finlandia ya la había puesto en práctica y luego
algunos Estados latinoamericanos la han seguido, como ha sido
el caso de El Salvador o Nicaragua. Con este instrumento se
ha tratado de combinar el poder de un aparato estatal de alto
nivel con la flexibilidad administrativa de un organismo descentralizado
del Estado y con la posibilidad de enfatizar la dimensión
participativa de la sociedad. El tiempo y las necesidades
culturales de nuestro país dirán hasta dónde
es suficiente este modelo de actuación pública
en la cultura, pero por lo que toca al propio conaculta, el
trabajo realizado en este periodo ha consistido en fortalecer
el organismo, dinamizar la participación de la sociedad
y servir de interlocutor del creciente número de agentes
nacionales e internacionales que tienen interés en
la cultura.
Los
planes y estrategias que el conaculta diseñó
para este periodo estuvieron sostenidos en el ideal de atender
equitativamente todas las áreas de la cultura, aunque
las obligaciones que la ley impone a ciertos organismos como
el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en
el caso de la salvaguarda del patrimonio, ha derivado en un
mayor peso presupuestal de esa área de actividad. Del
mismo modo urgencias sociales como las afectaciones de monumentos
coloniales en las zonas dañadas por catástrofes
naturales como lossismos acaecidos en la región de
Puebla en 1999, han creadotambién momentos de actuación
marcados por las emergencias. Hay también sectores
de actividad que en ocasiones concentran la sensibilidad.
Hubo finalmente programas especiales derivados de la sensibilidad
de la sociedad que señaló la importancia por
ejemplo de promover el desarrollo de la cultura infantil y
derivó en acciones y recursos especiales. Han sido,
pues, obligaciones normativas, emergencias y crisis y focos
resaltados por la preocupación de la sociedad, lo que
en determinado momento ha marcado un mayor destino de esfuerzos
y recursos en favor de ciertas áreas de la cultura.
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