Los editores mexicanos y el Salón del Libro de París
El libro y la literatura mexicanos atraviesan por un momento lleno de retos y desafíos. Además del contexto económico internacional particularmente complejo que enfrentamos desde hace apenas unos meses, el libro en nuestro país ha vivido décadas muy duras. Es precisamente en este contexto que el gremio de editores ha buscado fortalecerse y enriquecerse a partir de discusiones y consensos que buscan nuevos horizontes para la circulación del libro y la promoción de la lectura.
Nos encontramos ante una nueva ley del libro recién aprobada, ante muchos proyectos que se están convirtiendo en realidad, como una mejora sensible en las condiciones de transporte del libro, mejores y modernas comunicaciones entre libreros y editores, mejores perspectivas de capacitación y un trabajo más cercano entre todos los miembros de la cadena del libro para fomentar la diversidad y el acceso al libro en condiciones más favorables para todos. Remontar tendencias adversas ha sido necesario en todas estas iniciativas y al parecer lo seguirá siendo en los próximos tiempos, pero eso no hará sino fortalecer una renovada unidad entre los actores del libro.
Es necesario reconocer que, en estos procesos, México ha vuelto la vista a países en donde el libro juega un papel determinante y ha alcanzado un lugar social que le permite ejercer sus virtudes en todos los espacios sociales. Francia, sin duda, es uno de estos países y la experiencia francesa en el fomento a la presencia del libro y en la defensa de la diversidad ha sido un modelo muy importante que se busca adaptar a las condiciones que prevalecen en nuestro país.
De este encuentro con el mundo francés del libro surgió la idea, abrazada con entusiasmo por el Sindicato de la Edición Francesa, de proponer la presencia de México en el Salón del Libro de París. Y gracias a la generosidad y hospitalidad de nuestros colegas franceses nos encontramos hoy aquí, en esta celebración de la literatura mexicana que no ha sido ajena a los lectores franceses, desde hace años, pero que hoy, gracias a esta coyuntura, encuentra nuevos caminos, hacia los lectores franceses. Celebramos este reencuentro entre escritores y lectores, pero también entre editores de ambos lados del Atlántico que se enriquecen con el intercambio de experiencias. Esperamos que todo esto sea el principio de una larga y renovada amistad.
Juan Arzoz