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Rufino Tamayo, el pintor que revolucionó el arte mexicano


Pintó más de mil 300 óleos, entre los que se encuentran los 20 retratos de su esposa Olga, con quien estuvo casado durante 57 años; realizó 465 obras gráficas, como litografías y mixografías, 350 dibujos, 20 murales, así como un vitral.


Hijo de Ignacio Arellanes, de oficio zapatero, y Florentina Tamayo, costurera, Rufino del Carmen Arellanes Tamayo comenzó en 1915 sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de la Ciudad de México, los cuales abandonó, pero su empeño y disciplina lo llevaron a consagrarse en la pintura.


El mismo Tamayo explicó, en una entrevista realizada en 1956, que ¨Mi sentimiento es mexicano, mi color es mexicano, mis formas son mexicanas, pero mi concepto es una mezcla(...) Ser mexicano, nutrirme en la tradición de mi tierra, pero al mismo tiempo recibir del mundo y dar al mundo cuanto pueda: este es mi credo de mexicano internacional¨.


A lo largo del siglo XX pudo conjugar su herencia mexicana y el arte prehispánico con las vanguardias internacionales, en piezas marcadas por el color, la perspectiva, la armonía y la textura.


Sus murales se encuentran lo mismo en el Palacio de Bellas Artes, el Museo Nacional de Antropología y el Conservatorio Nacional de Música en México, que en el Dallas Museum of Cine Arts, la Biblioteca de la Universidad de Puerto Rico y en la sede de la UNESCO, en París.


Sobre su uso del color, María Elena Bermúdez, autora del libro Los Tamayo, un cuadro de familia, recordó que el pintor estuvo muy cerca del colorido de la fruta, pues cuando llegó a la Ciudad de México, a la edad de 11 o 12 años, tras la muerte de su madre, sus tíos tenían bodegas de fruta.


A Rufino Tamayo el éxito le llegó temprano, pues en 1926 realizó su primera exposición, que tuvo tal reconocimiento que lo llevó a exhibir sus obras en el Art Center de Nueva York.
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