Exposición de Carlos, Jorge y Tadeo Rodriguez.
Claustro del Ex convento Betlehemita.
Abierta al público de todos los días, en horario de 10:00 a 18:00 h.
¡Entrada gratuita!
JORGE, TADEO Y CARLOS RODRIGUEZ.
Caminar en parajes desolados en busca del sol que escondido entre los árboles, reflejado en ríos o lagos, y encontrar un muro, subirse a un vagón para mirar el destino y no dormir porque no se sabe a qué hora llegaremos ¿a dónde? Es entonces que Jorge alargó las figuras, para ver más lejos, para descubrir vida. La redondez colosal del territorio ancestral permanece pero en cada sitio del recorrido hay que plantar un árbol para trepar y ver cómo es el espacio contiguo. En los altos del camino Tadeo deja señales que al irse repitiendo se van transformando. Dolor igual y mismo enojo. Surgen entonces los retratos de Carlos, como una tregua, un sueño que ya no es visión ni protesta sino la claridad encontrada en el agua cristalina.
Al irnos, dejamos algo, matria y patria. Somos memoria que cambia. Al caminar el migrante encuentra familias que lo adoptan y que le preguntan, en lugares que cree suyos y que deja al amanecer. Para no olvidar el camino de regreso deja huellas, arte: aquí estuvo, aquí está. También hay policías, polisemia, y cazadores viles. Al gritar nos recuperaremos, nos declararemos inocentes. Buscaremos un sitio donde dormir pero somos infatigables y abrimos los ojos y seguimos.
Toda mudanza es violencia. El sol nos agrede porque lo perseguimos, como si no saliera para todos, no nos reconoce. En las noches discurrimos defensas y ataques. Ya asentados padre y madre, los hijos ven una nueva claridad y van olvidando lo que vieron antes. El enojo por lo perdido queda, es difícil de extirpar.
El lugar de nacimiento permanece en nuestra memoria. Mudarse de barrio, de población, hace de la primera casa el ombligo del mundo que permanece y otros rasgos culturales se aprenden en calles nuevas, en sociedad. ¿Noches de pesadillas? Nos alimentamos de barrios o de países cuyas historias incluiremos en nuestra forma de ser. El relato se irá diluyendo al pasar a hijos, a nietos, quienes no preguntaron dónde está el viejo sol.
Quienes preservan el pasado mueren en el lugar donde nacieron, ven partir a quienes van en busca de otro destino. En ciertos lugares los hijos aceptan trabajos en provincias lejanas, que es decir donde sea. Y no saben si regresarán, si irán más lejos.
En las obras de los Rodríguez se encuentra el interés por las migraciones a partir del origen familiar, a lo que unen la mirada hacia quienes emigran para escapar de la muerte, el repudio por los cazadores. Las migraciones rompen el espejo de Narciso y muestran seres humanos eternos, por muy dolorosa o penosa que haya sido la partida. Siempre habrá quien recuerde qué pasó.
Jaime Velázquez.