Por: Carlos Campos
412 pp., tiraje: 2000 ejemplares, 2001.
ISBN 970-18-4851-9
Cuerpos en vilo, suspendidos en el impensable lapso de una fracción de segundo. Cuerpos en transición perenne, en movimiento perpetuo, en discordancia con su entorno. Cuerpos obsesionados por el riesgo.
Los cuerpos de los bailarines que emergieron en el decenio de los años ochenta -tan lejano ya; tan próximo aún- e inventaron un procedimiento colectivo de hacer danza. ¿Quiénes fueron y quiénes son? ¿Quiénes subsisten y quiénes han deslindado sus fronteras de las prácticas propias de la danza escénica? ¿Por qué escogieron ciertos nombres -oscuros unos, radiantes otros, flamígeros el resto- para denominarse a sí mismos de una manera inequívoca? ¿Cómo componían sus obras? ¿Por qué consiguieron construir un público a su medida? ¿Por qué lo perdieron más tarde? ¿De dónde surge la emoción que transfigura una noche cualquiera en la que uno se le ocurrió la peregrina idea de meterse a un teatro y ver un espectáculo dislocado? ¿Nos atañen, en realidad, esos cuerpos vacilantes? ¿Se parecen a los nuestros?
Este compendio es el columpio donde se mecen estos cuerpos aturdidos por el deseo. Cabe esperar que haya sitio también, para el propio lector, ese otro que podrá, si no responder las interrogantes aquí vertidas, quizá plantearse otras nuevas, las suyas propias. El chiste, en todo caso, es que el cuerpo del lector también se coloque en esa situación imposible y permanezca en vilo, junto con los protagonistas de los textos aquí reunidos.
Carlos Ocampo
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